Mi padre fue un filósofo a la vieja usanza. Era un hombre de campo con poca letra, pero con muchas ideas y más listo que el hambre.
No, no fue fácil para un joven con la ilusión de ponerse al mundo por montera, que tu padre te viniera con estas monsergas. Embravecido y enardecido quise apuntarme en varias asociaciones de aquellos años franquistas. Consiguió quitarme de la cabeza aquellas ideas apelando a mi supuesta inteligencia. Cosas y casos que ahora le agradezco por aconsejarme a seguir con mis propias creencias.
Con el tiempo le he dado la vuelta a la tortilla: Ahora soy yo un filósofo de letras, de pocas ideas y más tonto de lo que él hubiera deseado. Pero los consejos que me dio todavía siguen vigentes. Si realmente te das cuenta y hurgas en las vísceras de cualquier noticia siempre encontrarás un mensaje oculto con lo que quieren convencerte de algo que tú nunca te hubieras imaginado. No tan solo en política sino en cualquier asociación social o de creencia religiosa. Todo es válido para captar personajes a quienes les ofrecen el oro y el moro para convertirlos en adictos a una causa que les promete vivir con el mínimo esfuerzo. Mentes débiles sin ideas a los que alimentan con promesas de poder y riqueza.
Nada que objetar, cada uno es libre de elegir y expresarse libremente: A quién Dios se la dé... San Pedro se la bendiga.
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