APRENDER A CONVIVIR EN DEMOCRACIA.

No quisiera ponerme en camisas de once varas y opinar de un tema que no domino. Lo mío es meterme con los políticos y no con la política. Lo digo porque estaba pensado escribir una crónica de las últimas elecciones de Cataluña una semana después para verlo desde otro prisma.

Nada serio ni trascendente, pero ha habido algunos detalles que quisiera compartir: La primera es la buena asistencia de votantes a las urnas a pesar del coronavirus, otra sería las medidas de seguridad que implantaros para los votantes y las mesas electorales. Y sobre todo resaltar el buen ambiente y comportamiento del pueblo catalán a pesar unos pocos disturbios de grupos radicales. Chapó.

Y ahora volverán a empezar de cero, o no. Tampoco parece que las elecciones hayan dado ningún giro a los pensamientos políticos de los catalanes y seguirán gobernando los independentistas. ¡Enhorabuena!

No hay que darle más vueltas. El pueblo ha hablado con sus participaciones en las urnas. A esto se le llama democracia, lo demás son pataletas, no de malos perdedores sino de antidemócratas.

Aquí no vale todo. No se sale a la calle a destrozar el mobiliario público, escaparates con actos vandálicos cuando los resultados no favorecen. Guste o no guste esta es la realidad, la del pueblo, la de la mayoría. Simple, a esto se le llama DEMOCRACIA.

Los que ahora somos mayores, los que hace años luchamos contra una dictadura franquista. Los que no teníamos derecho al voto, los que salimos a la calle para que nuestros hijos y nietos vivieran en un país libre y democrático. Ahora nos indigna compartir un país con ciudadanos que actúan con la impunidad del permisivismo. Primero se debería aprender a ser persona, ha convivir con la gente y a pensar en el bien común y no tan solo intentar mantener el diálogo del cerebro en disputa con el ombligo.