¡Vaya mal rollo con que he despertado! Me he mirado en el
espejo y solo veo pellejos y huesos. Y me extraña, pues mi mente no es tan
oscura y si no me he vuelto loco, es porque enfrente del reflejo no me veo tan decrépito. Si fuera por uso, no tendría sentido. Sí que es verdad que en algunas ocasiones he abusado de mi cuerpo, también es cierto que luego lo he cuidado como un templo. Visto así, y sin motivo aparente, mi mente me debe de estar engañando, porque no es
justo que por cada día vivido, a mis mejillas las haya condenado a un año de
trabajos forzosos.
Aunque fuera cierto que mi cuerpo haya envejecido, no lo sería menos, que tengo un corazón de niño. Y si fuera el caso, que no será, que en breve mi alma partiese, no habría amigo ni enemigo que no reconociese que tuve un buen talante con todos ellos. Tal vez, las malas influencias del pasado han hecho que me mirara en el espejo
equivocado. ¡Maldito reflejo! ¡Que se ha cebado conmigo, semejando
mi imagen al de un anciano!
La próxima vez espejo endemoniado que reflejes mi desdichado retrato
¡Te juro que te romperé en mil pedazos!
Colección: POEMAS DE TERRONES DE AZÚCAR BLANCO.