jueves, 16 de diciembre de 2010

UN SUEÑO PARA DOS

Llegó a mi isla,
dulce y hermosa,
rodeada de una aureola
de luz y fuego.

Aquel mismo día,
soñé que con ella dormía,
navegando en un velero,
surcando el Mediterráneo
sobre un mar azul cielo.

Dejé al sueño
que navegara a la deriva,
mientras la contemplaba
boquiabierto jugando 
desnuda con la aurora.

Ya sé que todo
fue fruto de mi mente,
pero fue entonces,
en aquel mismo instante,
cuando su sueño
se coló en mi sueño,
y en un mar abierto,
seguimos los dos
navegando en el mismo sueño.

Sus ojos cual estrella polar,
me guiaban, y a su lado,
encontré la paz y la calma
que mi alma ansiaba.

La noche nos envolvió
en su manto negro, a juego
con las estrellas chispeantes
y una luna llena plateada.
Mientras, un coro angelical
le cantaba una canción de cuna.

Pernocté toda la noche
con mi mano sobre su cara,
con mis labios pegados a sus labios
y con los ojos atento,
para que no despertara
nunca jamás de su sueño.

Sus labios, de repente
despertaron del sueño
y me tiñó los labios
con un beso ardiente,
salido de las profundidades del mar,
¡con sabor a algas y a sal!

Salió del sueño llorando,
entre rayos y truenos
y yo quedé anclado en mi sueño,
buscándola en cada puerto.

Colección, Hablemos de ti

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AMOR DE TÍTERE. Aquí me tienes de nuevo, querida, escuchándote como un títere, tal como a ti te gusta. Hablando con gran pena desde la dista...