jueves, 22 de diciembre de 2011

LA LLUVIA V

La mañana había pasado en un plis-plas.
Desde la casa, se oían las campanadas
de la iglesia del pueblo, que anunciaba
que había llegado el mediodía.

ELLA, canturreaba feliz por la estancia,
mientras yo limpiaba los últimos restos
de tan fastuoso desayuno.

Oí al fondo del pasillo un ruido,
que me pareció el de un grifo abierto.
Supuse que Ella se estaría duchando
¡y no me extrañaba, con tanta
azúcar y tanta mermelada!

Seguí abstraído con mis labores,
hasta dejar la cocina limpia
como los chorros del oro.
Al darme la media vuelta,
allí estaba ELLA, sonriendo,
envuelta en una toalla blanca.

A mí me hizo gracia,
porque por un momento
la vi diferente, tal vez más baja,
más joven y más inocente.

ELLA, con gestos insinuantes,
me invitaba a que la siguiera.
Yo, como un esclavo, seguí sus pasos.

Dos velas alumbraban el baño,
a las que acompañaban un par
de jarrones con rosas rojas,
y de fondo, música de blues.

Había llenado la bañera con agua caliente
y sales de aroma de rosas.
¡La espuma sobresalía de la bañera!
Me quité la poca ropa que me cubría
y me sumergí en tan reconfortante agua.

Al abrir los ojos,
allí volvía a estar ELLA,
desnuda y con esos ojitos
que a mí me roban el alma.

En las manos, una botella
de cava y dos copas largas.
Se fue hundiendo en el agua,
hasta recostar su espalda
en la otra parte de la bañera.

Con los dedos de los pies,
buscaba juguetona mi entrepierna.
Y con un hilo de voz cansada,
me dijo en la distancia…: “te quiero”.

Chapoteó despacio hasta mis brazos,
llevando entre sus dedos
un patito amarillo de plástico.
Llegó perezosa hasta mi boca,
hasta besarme como una mariposa.

Y de esta manera, quedó dormida
como una niña pequeña,
pero en su rostro quedó grabada
una mueca picarona, que delataba
que ELLA... ¡seguía en pie de guerra!

Colección Almas nostálgicas

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