lunes, 25 de julio de 2011

AYER, IGUAL QUE HOY

Saco el polvo de los viejos libros de texto,
de un tiempo que casi tenía olvidado
y surgen bellos e inolvidables recuerdos.
Parece que han pasado siglos y de repente,
todo ha vuelto a renacer como por encanto.

Estábamos todos, o casi todos.
Un silencio rompe un doloroso vacío
por aquellos compañeros que
nos han ido dejando por el camino.

Tú, tú, tú, ¡también tú!
¡Qué contento que estoy,
que poco hemos cambiado,
o es que quizás, no lo quiero reconocer
y me miro en el espejo melancólico
de la imagen que conservo de cada uno de ellos.

-¡Oh no, mira, Nieves, Juan, Antonia, Pedro,
Yolanda, Vicente... ¡han venido  todos!, ¡qué fuerte!
-Qué bien estás, no has cambiado nada.
-Ni tú, ¡estás igual!

No, no hemos cambiado, aunque no nos lo creamos
y si no, que alguien ponga música y cerremos los ojos
y volvamos a cualquiera de aquellos años en que
celebrábamos la fiesta de Santo Tomás de Aquino,
con uno de aquellos “guateques”.
Puede ser que hoy quisiera volver a bailar con
aquella chica que por entonces nunca me atreví
o tal vez con aquella a la que nunca saqué a bailar.
¡Pero no! Seguimos todos iguales.
Tal vez algunas pensarán, ¡qué demonios van a pensar!
si ya no se acuerdan de aquellos bailes.

¡Dios mío, qué contento que estoy rodeado de toda esta gente,
de todos aquellos, que me hicieron la juventud más feliz!

Quizás sí que hemos crecido, que nos hemos hecho mayores.
Que nos hemos casado y tenemos hijos
y nos hemos cargado las espaldas con mil problemas.
Pero hoy, hoy hemos salido a la calle más ligeros,
porque sabíamos que nos íbamos a encontrar con
los viejos compañeros del instituto y hemos comprobado
que nos miramos con los mismos ojos que antaño
y nos damos cuenta que en el fondo pocas cosa han cambiado…

¿Tal vez unos cuantos cabellos blancos? o
¿unos gramos de más, unas cuantas arrugas?,
pero todo esto es normal.
Son signos que hacen que los demás nos piensen
más mayores de lo que somos, pero cada uno sabe,
que dentro de su cuerpo todavía late un corazón
joven y cargado de ilusiones, tan joven y con tanta pasión,
como cuando bailábamos agarraditos,
girando al sonido de aquellas canciones de los 60,
cogidos a las cinturas de aquellas chicas
a las que nunca nos atrevimos a hablarles de nuestros
amores secretos, y esperábamos, sin pedírselo, que nos diesen un beso.
Hoy seguimos igual que aquellos tiempos, pero todavía
espero oír la campana para salir al recreo,
o los nervios de un día de exámenes.
Estoy rodeado de mis compañeros de antaño,
a los que tanto debo, por haber crecido juntos,
y entre todos, haberme enseñado a ser un hombre de bien.

¡Ay señor, como pasa el  tiempo,
ya se está haciendo de día y se
han ido yendo poco a poco casi todos a dormir!
Al final, igual que antes, hemos quedado
unos pocos y ya empiezo a añorarles.
Tengo ganas de que se haga de día
para volver con todos ellos al colegio.
Ha pasado la noche, al igual que pasan los años,¡ volando!
¿Cuándo nos volveremos a reunir de nuevo?,
¿tal vez dentro de 30 años otra vez?
¡No, no, por favor!

Con el sol en lo alto, nos despedimos con fuertes abrazos,
los cuatro que hemos aguantado hasta el final.

Ahora que todavía os tengo a todos frescos en la memoria,
junto al mar y con una ligera brisa de poniente, antes de ir a dormir,
os quiero dar las gracias a todos por habernos reunido.
Y prometo recordaros a todos, tal como érais antes,
tal como érais ayer y seguir queriendo,
por haber sido un soporte importante de mi vida.
Adiós, adiós Toni, adiós Mª Antonia, adiós Magdalena,
adiós Fina, adiós Pepita, adiós Mariano, adiós Carmen,
adiós Maribel, adiós Jaime, adiós Javi…adiós amigos míos.

A MIS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS DE INSTITUTO DEL CURSO DEL 65.

Colección Almas nostálgicas 

LUNA NEGRA

               LUNA NEGRA Soy yo el que quisiera librarme de ti y el que quisiera olvidarte sin perder la vida en el intento, que ando algo ...