jueves, 30 de mayo de 2024

EL BALCÓN DE LOS DESEOS

EL BALCÓN DE LOS DESEOS 

Creo recordar que nos acostamos una noche de luna llena de un día de verano. Digo “creo” porque lo tengo yo confuso en mi subconsciente.
Ella, despertó con las primeras luces del crepúsculo. Un día de primavera del mes de junio, en una mañana de brisa fresca. Sé levantó ligera de ropa, tan voluble ella y con sonrisa picaresca, me invitó a ir hasta el balcón, desde donde se veía nacer el día. Y allí permanecí anonadado, contemplando los colores del alba y el infinito horizonte del mar Mediterráneo. 

¡Oh! Cuanta hermosura me rodeaba, que no alcanzaba a comprender cuál era mi lugar en aquel mágico espectáculo de luces y colores. Ella me abrazó y me beso en la boca; un beso retorcido de estos de película que no terminan nunca, que te falta el aliento, pero morirías en el acto.
La brisa marinera, con olor a sal, penetraba por mis hocicos y por un instante creí estar soñando en otro planeta. El sol naciente se iba haciendo el dueño del universo y daba por inaugurado el nuevo día.

¿Y dónde estaba ella? A ella, no me atrevía a mirarla ni de reojo, era tan bella, que tenía miedo a que desapareciera por arte de magia y de repente extendiera las alas celestiales y saliera volando entre las primeras nubes blancas con dirección a otra galaxia.
Me abrazó y me devolvió de nuevo, a besos, hasta la cama. Y fue allí, en donde perdí el conocimiento: Alborotó mi pelo, cerró mis ojos, mordió mis labios y se empeñó en manipular mi maltrecho cuerpo. Al terminar con sus eróticos juegos, me preguntó si éramos novios. No me atreví a negar su deseo y le dije que sí, y volvió a extender sus alas y volvimos de nuevo... al balcón de los deseos. 

Yo le preparé el desayuno: un café cargado con poca leche, unas tostadas con tomate y queso y unas galletas rellenas de chocolate. Mientras tanto, ella puso el mantel sobre la mesa y desde aquel mismo instante, somos novios. Creo. 


Juanjo Cardona 


Colección: HISTORIAS DE MENTIRA. 

QUÉ TIEMPO TAN FELIZ

QUÉ TIEMPO TAN FELIZ. Por aquel entonces, los veranos en Ibiza eran calurosos. Al anochecer nos sentábamos en la heladería «los Valencianos»...