si escribía poemas.
A lo que lo le contesté
en tono altivo:
-¡Sin problemas!
Replicó: -¿tú eres “casi poeta”?
Y le espeté con falsa modestia:
-¡No, yo soy poeta!
Desde entonces que no duermo…
No tendrá razón la inocencia
en ver en mis poemas
a un poeta a medias, y también,
en pensar que no doy la talla para
tener el honor de llamarme poeta.
tener el honor de llamarme poeta.
Duda que me invade
y me devuelve a la tierra
de los mortales y de los “casi poetas”.
y me devuelve a la tierra
de los mortales y de los “casi poetas”.
Seguiré buscando en mi pluma
un plus que me lleve a los altares
y seguiré trabajando cada letra,
cada una de ellas, con empeño,
para que la inocencia cuando
vuelva a leer mis poemas,
vuelva a leer mis poemas,