El poeta solo necesita una figura, un recuerdo y una noche de luna llena. Un mar en calma y unas cuantas estrellas. Una playa con el reflejo de unas barquitas de pesca. Y este es justo el instante en que tú aparecerías en escena: caminando por la orilla, con los zapatos en la mano y los pies descalzos dejando huella tras huella sobre la arena. Y así, de esta manera, entrarías en mi historia, con estos ojazos negros y esa piel morena hasta las cejas. De repente, un escalofrío corre por mis venas y me invade el deseo de una noche loca con un amanecer de melocotón. Y todo bajo un umbral crepuscular, besándonos y hablando de amor.
Y ahora que la historia ha volado con el primer soplo de viento. Hoy que formas parte de mi pasado y has sido mi bella de una noche de verano. ¡Jamás podré olvidarte!
Te digo, que en el amor todo vale. Inventas un día cualquiera del calendario, de un mes del año, de invierno o verano. Manejas la hora exacta, la música correcta, la amante perfecta. Y amas un tiempo ilimitado, como jamás hubieras imaginado. La fantasía supera la realidad y el poeta busca el instante perfecto para que todo cuadre en línea en el espacio-tiempo. ¿Pero no es más cierto, querida, que en momentos claves, la realidad supera las letras y se llena la vida de alegría con una sola mirada? ¡Pues, eso!
Colección: POEMAS DE TERRONES DE AZÚCAR BLANCO
