Pues no me da la gana desear a nadie un feliz año nuevo, porque no me parece de recibo. No es tiempo de pantomimas, ni de mentiras. Y menos de confeti, matasuegras o serpentinas. Pues no.
Este año no toca salir a la calle ni abrazarse para empacharse a uvas deseando deseos inalcanzables. Es duro, pero alguien lo tenía que decir y por mucho que se lo repitan; la gente erre que erre. ¡Mira que es burra! Y luego vienen los lamentos.
Nos lo repiten los médicos, nos lo prohibían los políticos y nos empapela la policía. Pues nada, ni caso, todos a la calle como si no hubiera un mañana. ¡Ala, ala! De comilona en comilona y de fiesta en fiesta. Y es que llevamos casi un año y a este paso repetiremos curso. Te lo digo.
¿Y encima quieres que felicite el año nuevo?. ¡Pues no! No me da la gana.
Lo que habría que darles son dos hostias bien dadas y mandarles al rincón de pensar. Bueno, sería perder el tiempo, porque de donde no hay, no se puede sacar y así nos luce el pelo con el pueblo. De puto culo. Vamos culpándonos los unos a los otros viendo como van cayendo como moscas. Como si el entierro no fuera con nosotros.
¡Por favor, Señor! qué lo de la vacuna sea cierto y de verdad nos sane a todos. A los tontos y a los listos. Claro. Que tampoco es cuestión de ir eligiendo y hacer una lista de privilegiados. Que en el fondo somos todos iguales. Aunque a veces tengo mis dudas.
Más que un próspero año nuevo voy a desear que seáis buenos y responsables, porque de lo contrario, esto se convertirá en una película de terror del malo y os vais a cagar patas abajo de miedo.
Pues eso, que muy a pesar mío: Os deseo un feliz y prospero año 2021. ¡Uuuuuhhh! ¡Uuuuuhh!
Y tú que lo veas.
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