con las manos llenas de promesas,
como quien lleva un puñado de mar.
No es la primera vez
que tus palabras mienten.
¡No sé por qué cada vez vuelvo
a caer en tus redes!
¿Tal vez será que estoy
prisionero de tus labios,
igual que mi inmenso amor
se hizo esclavo de tu talle?
Volverán a madurar los frutos de tus árboles,
le seguirá el otoño y los campos
volverán a bañarse en agua de lluvia.
Caerán las largas noches de invierno
y la chimenea volverá a calentar la habitación
con la leña que yo volveré a reponer...
Y seguiré esperando eternamente
aquel gran amor que un día me entregaste.