viernes, 27 de enero de 2012

LA LLUVIA XV

ELLA fue alzando la cabeza despacio.
Se hizo eterno el intervalo del tiempo
que tardamos en cruzarnos las miradas.
Me temblaron las piernas, tembló el edificio,
tembló el mundo y mi alma se vino abajo.

Sus luminosos ojos de antaño, hoy llenos de mar,
se hundieron en los míos y unas lágrimas
como perlas resbalaron por sus pálidas mejillas.

Me acerqué incrédulo hasta su lado,
la levanté y le di un diminuto beso.
Me miró y lloró desconsolada.
Entramos al piso sin cruzar palabra,
ELLA seguía llorando y yo dándole besos.
La cogí en brazos hasta tumbarla en la cama.
Le quité el pañuelo y el abrigo, y sin dejar de mirarla,
le fui secando una a una, cada lágrima que derramaba.

ELLA, sin dejar de llorar, me acariciaba la cara.
No perecía la misma, algo en ELLA había cambiado.
Sus ojos ya no brillaban como dos diamantes,
sus labios se habían secado y su semblante afligido.

Entre sollozo y sollozo, espetó: ”te quiero”.
La piel se me electrizó y la abracé hechizado.
Aquella sola palabra había devuelto a mi corazón
toda la esperanza perdida durante tanto tiempo.

Le contesté con voz entrecortada:
-Yo siempre te he amado como un loco poseído.
Sin ti, mi vida no tiene sentido
y si te marchas otra vez de mi lado…
Mi vida se reduciría a cenizas....

-Amor mío, amor de mis amores,
 y si tú a mí no me quisieras,
 yo quisiera morir en el fuego de tus besos.

De repente, un sexto sentido nos devolvió
la pasión de dos viejos amantes, arrastrando
nuestro deseo como dos flores río abajo.

Abandonamos nuestras manos a su suerte
y rodaron sobre nuestras pieles desbocadas.
Hicimos con nuestra ropa jirones y de nuestras bocas
salieron  fragancias que embriagaron nuestras ansias.

Los cuerpos emanaban al viento sentimientos
de dos corazones amándose más allá del fuego.
Y así creció y así se hizo mucho más grande el amor
y el perfume, que desprendían nuestros corazones.

Jugué, jugamos con las manos,
con los pies, con los labios.
Jugué, jugamos a mirarnos,
jugamos a mimarnos.
Jugué, jugamos sin hablarnos,
jugamos a amarnos.

Se paralizaron las manecillas de reloj,
quedó colgada la luna en el cielo
y las nubes atrapadas en el espacio.
Quedó la rosa roja expentante,
quedó el pétalo flotando en el aire.
Quedó mi boca clavada en sus labios
y esperó la madrugada detrás de la ventana.


                                            Los labios se llenaron de sexo,
                                            la piel de dulce sabor a miel,
                                            mientras los ojos buscaban más allá...
                                            ¡dos almas nacidas para amarse!
   

Colección Almas nostálgicas


LUNA NEGRA

               LUNA NEGRA Yo soy el que quisiera librarme de ti y el que quisiera olvidarte, sin perder la vida en el intento, que ando algo...