NOCHE DE RONDA.
Aquel bar tenía toda la pinta de haber salido de una película de Almodóvar. Se mezclaba lo real con lo absurdo, ni en el peor de los sueños hubiera atinado con aquel escenario tan dantesco.
Un señor bajito, en un rincón, magreaba las tetas a una rubia teutona de dos metros. Y desde un reservado cerrado de cortinas moradas, se oían gemidos mecánicos.
Di media vuelta convencido de que no era el lugar idóneo para dejar atrás mis penas.
— ¡Que puñetas! ¿A qué había venido? A olvidar y a pasar una noche divertida entre chicas de moral distraída. ¡Ala, pues!
Colección: 💯 PALABRAS DE COLORES BRILLANTES.