domingo, 5 de junio de 2022

EL FUTBOL EN TIEMPOS DEL COVID-19

Reconozco que toda la vida he sido un enamorado del futbol, como otros niños que en aquella época no conocimos más deporte que el de pegar patadas a una pelota. Bueno, tal vez también el baloncesto, pero claro, por aquellos años la estatura media del españolito no era para ir dando saltos. Recuerdo también que el tenis era un deporte para ricos. Comprar una raqueta Slazenger, zapatillas Adidas blancas a conjunto con los calcetines, el pantalón corto y la camiseta Fred Perry no estaba al alcance de todos los bolsillos. Monísimos. En fin, que jugar al futbol era lo más normal y barato para el pueblo llano.


Por aquel entonces los domingos televisaban, en blanco y negro, un partido en la primera cadena (única). Así queda claro que el futbol, con el paso del tiempo, se convirtió en la única distracción de un país fascista, católico, apostólico y romano.

Te estarás preguntando a qué viene todo este rollo futbolero. Pues para que veas que lo que yo siento y quiero el futbol va más allá de los colores de un equipo y que el que ama el futbol va más lejos de ver un partido por la tele. El futbol es emoción, contacto, felicidad. Es ver, in situ, entrar el balón en la portería contraria, o al portero rozar el balón con las yemas de los dedos. Es el fallo del delantero a puerta vacía. El penalti injusto o perder o ganar el partido en el último suspiro. El fútbol es delirio emocional generalizado.


¡¡¡¡Gooooolllll!!!


Y todo lo dicho anteriormente viene a intentar explicar, que lo que están haciendo ahora los mandamases del futbol no es nada más que seguir chupando del bote, y continuar con la parafernalia de las teles y de otras historias que se han inventado para que millones de listillos se sigan haciendo millonarios en todo el mundo a nuestra costa.

Como el covid-19 continúe haciendo estragos, se les va a terminar el chollo y eso de televisar partidos sin público, sin emociones, es algo sin sentido. Tantas cosas nos han prohibido, que no pasaría nada si nos dejasen sin futbol por la tele, al fin y al cabo nosotros, los paganinis, siempre seguiremos siendo los que alimentemos el becerro de los cuernos de oro.



¡Que mal repartido que está el mundo! ¡Coño!

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