Mi buen amigo Vicente me dice que no escriba Crónicas políticas, que disfrute del día y deje de tontearías. Qué allá ellos con sus conciencias, que dirijan el país como les plazca, que no dan para más estos engreídos y engreídas. Qué yo no haré que las cosas cambien aunque escriba un millón de CRÓNICAS.
Reconozco que tiene razón, lo sé, e intento olvidarme del asusto y busco algo que distraiga mi mente y a mis lectores, algo ameno y divertido, pero es que no me dejan tranquilo estos politiquillos. ¡Coño! Parece que lo hagan a propósito y al final me lo dejan a huevo. No hay día que no la líen parda y me pongo a escribir como un loco y los pongo a "bajar de un burro".
Vamos, qué por una cosa u otro se han convertido en los auténticos protagonistas de la película. Acaparan todos los medios de comunicación y son el centros de sus propias fantasías, cuentos y sainetes, como si nos importara un pito los "pollos" que se montan entre ellos. Un despropósito tras otro.
Mi buen amigo me recuerda a menudo que nuestro tiempo pasó, que formamos parte del pasado y si alguien no esta conforme y quiere mojarse el culo que recoja nuestro testigo si tiene narices. Cuanta razón tiene mi compañero, a veces se indigna, y a mi me gusta cuando sube los decibelios y se mosquea, porque este es mi amigo, el que se le aceleran las pulsaciones y le indignan las injusticias.
Ahora prefiere hacer labores de abuelo junto a su inseparable Lola y contar batallitas a sus nietos Borja, Eloy y Marcos que son la gloria bendita de su retiro. Y jugar al futbol con los niños, claro, si su maltrecha cadera le deja. Este es mi amigo Vicente; un tipo bonachón que en su momento dio la vida por su familia y luchó por un país mejor de lo que nuestros nietos encontraran el día de mañana.
Va por ti amigo, por aguantarme y leer mis nueras.
Colección: CRONICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
