RELOJ NO MARQUES LAS HORAS.
Cariño, todo tiene un principio y un final y parece ser que hemos agotado los tiempos estabacidos debajo la sabana. El tiempo se nos fue volando desde el primer beso hasta el último revolcón. Así funciona el maldito reloj.
¿Quién narices le puso una docena de númeritos y dos puñeteras aguijitas? Se nos fueron las horas, jugando con nuestros cuerpos y te digo, que a mí no me hace ni pizca de gracia. La próxima vez tiraré el reloj por la ventana, y de esta manera, los besos serán más lentos, las caricias más largas y los orgasmos más intensos.