jueves, 16 de mayo de 2024

UN DOMINGO CUALQUIERA EN MI ISLA

UN DOMINGO CUALQUIERA EN MI ISLA.

Desde un lugar privilegiado, en los confines de mi pueblo de pescadores, de aguas azules y casas blancas, andaba yo descalzo por la arena de la playa, bajo un sol radiante del mes de junio. Jugaban unos críos con la pelota, mientras sus madres estaban de cháchara a la sombra de un gran pino.

Contemplo sobre una roca, mi pequeño mundo en donde nací hace unos años, más de los que yo quisiera. Una isla pequeña y tranquila, perdida en el mar Mediterráneo. Observo con tranquilidad la maravilla que me envuelve, que es todo aquello que abarca mi vista; el horizonte del mar y las montañas de pinares verdes. 

Toda mi vida estaba allí presente; las barcas de pesca, los pescadores que cantan mientras juntan la pesca diaria. La mar, como un espejo, un par de perros ladrando y los padres de los bulliciosos niños, jugando a las cartas y bebiendo cerveza en el chiringuito. Unas niñas, se distraen con sus palas y cubitos, haciendo un castillo de arena en la orilla. 

Y llega la hora de la comida, las madres avisan a los comensales a grito pelado: "¡a comeeeer!" Y aparecen en un santiamen, los niños, las niñas y los padres, todos se sientan bajo la sombra de un par de viejas sombrillas. Primero abrieron la fiambrera de la ensaladilla rusa, la segunda fue la de tortilla de perejil con aceite de oliva. La ultima, la de conejo con tomate frito y de postre, fruta bresca.

Al rato de haber comido, los críos alborotaron la playa de nuevo al tirarse al agua, instante despues las madres les riñen "¡salir del agua, que tienes que hacer la digestión". Ellos, ni caso, seguían zambulléndose haciendose los sordos.

Y yo sigo anclado en mi sencillo mundo, camino de vuelta a mi casa. Cantan los pájaros, rompen las olas contra las rocas, mientras voy pensado en lo bonita que es mi isla, a la adoro. Y tú, tú querida, aquel día no estabas conmigo.

Juanjo Cardona. 

Colección: HISTORIAS DE MENTIRA. 

QUÉ TIEMPO TAN FELIZ

QUÉ TIEMPO TAN FELIZ. Por aquel entonces, los veranos en Ibiza eran calurosos. Al anochecer nos sentábamos en la heladería «los Valencianos»...