Algo no funciona en esta nueva normalidad. Ha llegado el momento en que no distinguimos los buenos de las malos. ¿Nos estamos volviendo locos, o qué?
Me explico: De toda la vida, en las películas, en las novelas o en los comics estaba claro quién era el bueno, el feo y el malo. Los de la placa en el pecho era el policía y el que corría, que se las pelaba, era el ladrón con antifaz. Y así llevo toda la vida idealizando el uniforme y la insignia.
Recuerdo que de pequeños jugábamos a ladrones y policías y todos queríamos ser de los buenos, menos algunos, que eso de ser malo y feo ya lo llevaban en la sangre. Pero mira tú por donde al final siempre ganaba el bien sobre el mal, aunque fuera porque debíamos volver a casa a la hora de cenar. ¡Que tiempos aquellos! Sssniiifff, Sssniiifff.
Hoy las cosas parece ser que han dado un vuelco, porque son los policías los que causan los incidentes en peleas callejeras. Se creen que por tener una estrella de sheriff les da la inmunidad para pasarse la ley por el forro de los cataplines. Y no, no es así. Cabe recordar que las fuerzas del orden están para proteger a los ciudadanos honrados. Deberían ser nuestros ángeles de la guarda dando ejemplo a los niños y niñas y no golpeándoles como delincuentes.
Recuerdo con gran emoción que cuando éramos pequeños los mirábamos con admiración y los idealizábamos como héroes de película. Y así debería seguir siendo. Los cuerpos de seguridad están preparados y entrenados para evitar conflictos y no para montar espectáculos esperpénticos y convertirse en los protagonista de enfrentamientos contra el pueblo. ¡Inadmisible!
No sé yo si esta pelea barriobajera de Linares será un acto aislado o la pandemia esta causando estragos, pero de esta forma yo no me siento seguro. No es de ley tener miedo a los teóricamente buenos, no. Yo quiero vivir tranquilo y protegido por los buenos y seguir siendo presuntamente inocente mientras no se demuestre lo contrario. No vaya a ser que el árbol no nos deje ver el bosque y cambiemos el orden de los protagonistas. Un par de trajes a rayas, para estos dos individuos, les vendría como anillo al dedo.
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
