Noticias importantes sobre la pandemia no las hay, a no ser los giros y girones del personal que está al mando del catarro para terminar confinándonos a todos, sí o sí, el día menos pensado. Pero lo que son tonterías salen a raudales. Porque no nos engañemos y recordemos que este país fue el inventor de la picaresca, acuérdate de la obra maestra de Juan Ramón Jiménez; "Platero y yo" toda una guía para pícaros.
Mira tú por dónde nos salen los politiquillos de turno haciéndose los listos y sinvergüenzas. Los muy truhanes se hacen poner la vacuna por todo el morro, pero no solo a ellos, sino que además se la ponen a toda su familia y alegados del consistorio. Ahí, ahí, a lo grande. ¡Vivir para ver!
Y lo más grave, que clama al cielo, es que una vez que los han pillado con la jeringuilla clavada en el hombro, en vez de pedir perdón con lagrimones rodando por las mejillas y dimitir ipso-facto, encima, intentan justificar lo injustificable por toda la jeta. Como si con palabras le pudieran dar la vuelta a la tortilla. Debe ser que hasta hoy este sistema de labia política les había funcionado a las mil maravillas. ¡Pero hasta aquí hemos llegado!
Mi madre tiene 90 años y está viviendo en su casa con una señora encantadora de 68 que la cuida, y no sé por qué tipo de protocolo, pero todavía no les han vacunado. Hago mención a este pequeño detalle, por si algunos de estos imbéciles, quieren seguir buscando excusas. Váyanse, señores y señoras que ustedes no tienen moral ni ética y no nos sirven en el cargo que ocupan representando a la gente que les ha votado. Váyanse a casa, sin sueldo y esperen su turno como hace mi santa madre.
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