sábado, 8 de octubre de 2011

MADAME, MADAME

La oscuridad de la habitación
y unos cuantos rayos de sol,
jugaban sobre su piel.
Tan solo unas gotas de sudor,
rompían la suavidad de su cuerpo,
en un caluroso mes de julio.

Abrazado al pecho,
acariciaba un gato negro.
Mientras, miraba con ojos tristes,
a través de la ventana
a las niñas que jugaban en la calle.

Macetas con plantas,
medio muertas de sed,
intentaban darle una nota de color
a una vieja cortina de ganchillo.
De las paredes empapeladas
con dibujos de flores rojas,
colgaban unos eróticos cuadros
de chicas desnudas.

Un perchero de pie, de tres brazos,
una cama de matrimonio
y dos mesitas de noche,
era todo el mobiliario
que ocupaba la estancia.
En un rincón del lavabo,
una toalla limpia y bien doblada.

¡Solo Dios sabe cuánto tiempo hacía
que aquella mujer vendía sus servicios!

Seguro que pasó muchos años jugando
con muñecas en la misma habitación,
cuando tan solo era una niña.

Igual que hoy juega con el gato,
esperando que algún cliente
llame a la puerta, en busca de compañía.
Colección Almas nostálgicas

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