Los besos aparecen y desaparecen de tus sueños y a la mañana siguiente estás hambrienta de sexo. Y es entonces, cuando vuelves a casa con nuevos pretextos y me suplicas que te acoja. Y allí estaré yo como siempre, aunque sé que luego me robarás el amor que te entrego. Buscas consuelo en mi boca y entre las sabanas. Todo sigue igual que cuando me abandonaste sin motivo aparente.
Nada cambiará. Tú eres tormenta y yo fuego, nos seguimos queriendo como si nada hubiera sucedido en este corto espacio de tiempo. No será un día cualquiera. ¡Será otra noche para el recuerdo!
Cuando amanezca me haré el dormido. Tú recogerás todos los besos; los que esparcimos por las sabanas y hasta los que cayeron sobre el suelo.
Te vestirás en silencio y te irás como si nada hubiera sucedido. Saldrás de puntillas de la habitación y yo te miraré de reojo a través del espejo con una pícara sonrisa.