martes, 31 de enero de 2012

LA LLUVIA XVI

Los primeros rayos de sol entraron
por la ventana hasta besar las sábanas.
Ella seguía durmiendo serenamente.
Yo no pude pegar ojo en toda la noche.
Había soñado tanto tiempo en aquel reencuentro,
que no pude dormir contemplando tanta hermosura.

¡Dios mío, cuánta ternura, cuánta locura
ha emanado de estos dos cuerpos enamorados!
Mucho la he querido y mucho más pienso quererla
ahora que la vuelvo a tener conmigo.

Lo digo satisfecho desde el fondo del corazón,
desde el más recóndito rincón del placer.
Lo digo a gritos para que todo el mundo lo sepa.
Desde las montañas hasta los valles,
desde la ciudad hasta la isla,
desde Barcelona a Ushuaia,
quiero que todos sepan ¡que la amo!

Amo a esta mujer que me hace vivir, que me hace vibrar,
que me hace soñar en cada beso, en cada mirada.
Que desde hoy, desde mi pequeño reino, proclamo
a los cuatro vientos, proclamo que ELLA, mi amor,
es y será, hasta que yo muera... mi legítima "Reina".

La cogí de la mano y anduvimos desnudos,
la senté sobre el diván, cogí los óleos y los pinceles
y sobre la paleta inventé hermosos colores.

Le pinté su pelo, del negro de la noche cerrada.
Sus ojos, del color de la tormenta.
Pinté sus labios, rojos del color de la cereza.
Sus pechos, del color de la miel de abeja.
Pinté sus uñas, del rojo intenso de la fresa.
Y sus brazos y piernas, del color de la seda.

¡Al fin, había logrado pintar mi obra maestra!

Sonrió con carita de niña buena y me sentó
en el mismo diván donde ELLA antes posada
y embadurnando los pinceles, comenzó a pintar mi pelo,
 mi cara, mi pecho ¡pintó todos los poros de mi cuerpo!

Y me dijo al oído:

-Ahora yo también he pintado
el más hermoso de los dioses.
A partir de hoy tú serás mi Adonis,
el hombre más bello de la tierra,
el más hermoso que mis ojos
jamás habrán contemplado.

Me posé sobre sus labios como un colibrí
y le di mil besos y le dije mil veces “te quiero”.
Me tumbó en el suelo y jugamos a hacer el amor,
como dos locos enamorados, sobre los óleos
que habían quedado abandonados en el suelo.

En pleno romance y sin más...
agarré un jarrón de flores secas,
y postrándome a sus pies,
le dije sin titubear:

-¡Te quiero, amor mío!
Quisiera cuidarte cada día de mi vida.
Quisiera envejecer junto a estos
dos ojazos que me iluminan.

ELLA, con gran desparpajo,
arrancó la anilla de una lata de cerveza
y la introdujo a duras penas
en mi dedo meñique…
Y me respondió sin dudarlo:

-¡Sí, amor! Sí quiero ser tu amante,
 tu compañera y amiga.
Quiero ser la mujer y la musa
que te inspire cada día de tu vida…

Hoy, después de muchos años,
algunas veces cuando oímos el ruido
de la de lluvia caer sobre el tejado,
salimos al balcón y  hacemos el amor
¡como dos tontos enamorados!

                                                                           FIN


Colección Almas nostálgicas

viernes, 27 de enero de 2012

LA LLUVIA XV

ELLA fue alzando la cabeza despacio.
Se hizo eterno el intervalo del tiempo
que tardamos en cruzarnos las miradas.
Me temblaron las piernas, tembló el edificio,
tembló el mundo y mi alma se vino abajo.

Sus luminosos ojos de antaño, hoy llenos de mar,
se hundieron en los míos y unas lágrimas
como perlas resbalaron por sus pálidas mejillas.

Me acerqué incrédulo hasta su lado,
la levanté y le di un diminuto beso.
Me miró y lloró desconsolada.
Entramos al piso sin cruzar palabra,
ELLA seguía llorando y yo dándole besos.
La cogí en brazos hasta tumbarla en la cama.
Le quité el pañuelo y el abrigo, y sin dejar de mirarla,
le fui secando una a una, cada lágrima que derramaba.

ELLA, sin dejar de llorar, me acariciaba la cara.
No perecía la misma, algo en ELLA había cambiado.
Sus ojos ya no brillaban como dos diamantes,
sus labios se habían secado y su semblante afligido.

Entre sollozo y sollozo, espetó: ”te quiero”.
La piel se me electrizó y la abracé hechizado.
Aquella sola palabra había devuelto a mi corazón
toda la esperanza perdida durante tanto tiempo.

Le contesté con voz entrecortada:
-Yo siempre te he amado como un loco poseído.
Sin ti, mi vida no tiene sentido
y si te marchas otra vez de mi lado…
Mi vida se reduciría a cenizas....

-Amor mío, amor de mis amores,
 y si tú a mí no me quisieras,
 yo quisiera morir en el fuego de tus besos.

De repente, un sexto sentido nos devolvió
la pasión de dos viejos amantes, arrastrando
nuestro deseo como dos flores río abajo.

Abandonamos nuestras manos a su suerte
y rodaron sobre nuestras pieles desbocadas.
Hicimos con nuestra ropa jirones y de nuestras bocas
salieron  fragancias que embriagaron nuestras ansias.

Los cuerpos emanaban al viento sentimientos
de dos corazones amándose más allá del fuego.
Y así creció y así se hizo mucho más grande el amor
y el perfume, que desprendían nuestros corazones.

Jugué, jugamos con las manos,
con los pies, con los labios.
Jugué, jugamos a mirarnos,
jugamos a mimarnos.
Jugué, jugamos sin hablarnos,
jugamos a amarnos.

Se paralizaron las manecillas de reloj,
quedó colgada la luna en el cielo
y las nubes atrapadas en el espacio.
Quedó la rosa roja expentante,
quedó el pétalo flotando en el aire.
Quedó mi boca clavada en sus labios
y esperó la madrugada detrás de la ventana.


                                            Los labios se llenaron de sexo,
                                            la piel de dulce sabor a miel,
                                            mientras los ojos buscaban más allá...
                                            ¡dos almas nacidas para amarse!
   

Colección Almas nostálgicas


lunes, 23 de enero de 2012

LA LLUVIA XIV

Había pasado un año de la última vez que la vi.
Sentía en mis carnes que yo no era el de antes.
No había envejecido, no, pero sí que había
madurado anticipadamente y me sentía extraño.

El tiempo y la pena habían cambiado mi forma
de pensar, mi carácter y hasta mi forma de pintar.
Había perdido mi ángel, mi inocencia,¡ y cómo no!,
también había perdido la fe en el amor.
¡Algo tan vital para seguir viviendo!

Aquella tarde, caminaba cabizbajo hacia mi casa.
Las calles estaban mojadas y la niebla oscurecía
prematuramente la soledad de la noche.
A veces, pierdo el rumbo y voy y vengo sin destino,
ensimismado, hablando solo, de cosas sin sentido.

Sigo perdido en un limbo sin remedio. Nada soy, ni nada
tengo, tan solo me queda, un gesto cansado y aburrido.
Me pesa acarrear sobre mi espalda todo el tiempo y
recuerdos con este insufrible tufillo a naftalina.

Hoy no iré al bar de Paco, no estoy para jaranas,
porque si allí parase, terminaría en algún rincón dormido
y “la Rosa” tendría que arrastrarme hasta mi casa.
Y si mañana me preguntase que qué me había sucedido,
tendría que confesarle que me estoy muriendo lentamente,
detrás de una puerta que no tiene llave.

Al llegar al portal de mi edificio, encendí un cigarrillo.
Quería ver la luz de las farolas jugando con la niebla.
Subí las escaleras sin prisas, mi edificio no tiene ascensor.
La mitad de las bombillas no funcionan, con lo que la luz
se vuelve tenue, y a esta hora de la noche, el patio
de la escalera, se convierte en un lugar algo misterioso.

Casi siempre, subiendo, cuento los escalones;
son ocho por tramo, dieciséis por piso,
cuarenta y ocho en total hasta llegar a mi rellano.
Algunos días el trayecto se hace largo, sobre todo
los días que voy ebrio y tanto si vengo solo,
como acompañado, hago un entreacto en el camino.

Fue en el segundo piso, cuarto tramo,
cuando me dispuse a descansar y apurar el cigarrillo.
Cuando de repente, oí un liguero lamento, entonces,
apresuré mis pasos hasta llegar casi al rellano de mi piso.

Alguien estaba sentado en el último escalón.
La bombilla hacía tiempo que estaba fundida
y nadie la había repuesto. Entre las sombras,
no acertaba a reconocer la cara de aquella mujer,
que entre sollozos, allí permanecía sentada, inmóvil.
Le cubría el pelo un pañuelo e iba abrigada
con una abrigo oscuro de cuero, de cuello alto....

 Colección Almas nostálgicas

viernes, 20 de enero de 2012

LA LLUVIA XIII

El bar de mi barrio es oscuro y austero, 
tiene pocas mesas y una barra larga de madera.
Al otro lado del mostrador, "el Piñeiro",
un tipo simpático que no para de hablar
y su señora "la Doni", una mujer alta y flaca,
que cocina las fritangas como los ángeles.

Cuando hace sol, el local se calienta,
de lo contrario nos agrupamos todos
los parroquianos, alrededor de la chimenea.
En este bar, siempre encuentras con quien beber
y si pagas un par de copas, puedes contar historias
que ni tu mejor amigo quisiera tener que soportar.

La camarera, "la Rosa", treintañera, siempre sonriente...
Algunos dicen que tiene un buen culo, yo me río,
porque sobre culos hay mil gustos... y no opino.
Aquí me paso las noches, en el "Bar de Paco" jugando
al dominó y al tute, y así, entre partida y partida,
entre ronda y ronda, se nos hacen las tantas.

Algunas noches, "el Manitas”, ¡un fenómeno!
se pone a tocar la guitarra y "la Rosa" y "la Doni"
se lanzan a bailar por bulerías y sevillanas.
"Kinoto", un ceramista argentino de voz desgarrada,
canta tangos de Gardel. Y Antoñito "el banquero",
que así le llaman porque según dicen, hace años
atracó un banco, ¡vaya usted a saber si es cierto!
nos deleita con un repertorio de Serrat y Sabina.
¡Ah! y Ana "la Negra", una cubana mulata, entrada en años
y algo borracha, nos alegra con canciones caribeñas.

Y de esta guisa, seguimos bebiendo hasta que "la Doni",
de madrugada, nos hecha a todos a la puta calle.
Si alguna de estas noches de farra, voy algo borracho,
"la Rosa", me acompaña hasta  mi casa, donde
compartimos la botella, los problemas y la cama.

Ya ves, amor, dónde y con quién paso las noches,
con mis nuevos amigos, la farándula de mi barrio,
seres que viven de noche para no sentir el tormento
de olvidar sus desdichas durante el día.

Se ha esfumado la mañana entre la resaca y el olvido.
Un café, un café largo sin azúcar, me espabila.
Llega la tarde tranquila y algún recuerdo borroso
de la noche pasada, me hace esbozar una carcajada.

Sobre la almohada, una nota de "la Rosa” que dice…

-Gracias por acurrucarme entre tus alas.
               
                                        Nos vemos en el bar de Paco.

Finalmente, parece ser que todo funciona.
En suma, amor, un día cualquiera para añadir
a mi existencia, un día más, otro día
de mi mezquina vida, un día entre paréntesis.

Colección Almas nostálgicas

lunes, 16 de enero de 2012

LA LLUVIA XII

Hoy está lloviendo, ha vuelto el invierno
y no me imagino, amor mío, dónde puedes estar.
Ha vuelto la lluvia, y siempre que llueve,
mi subconsciente me obliga a viajar en el tiempo.

Habíamos compartido muchos días de tormenta
y muchos días de sol. Habíamos compartido
caminos, senderos y también puestas de sol.
Habíamos compartido caricias y esperanzas
y también construído castillos en el cielo.

Ahora que hace tiempo que no estás a mi lado,
la lluvia sigue cayendo sobre el asfalto,
pero nunca será la misma lluvia que nos mojaba.
Tal vez allí donde estés, también llueva,
tal vez allí, también ahora pienses en mí.

Hoy, cuando he despertado, he encontrado las sábanas
heladas y un escalofrío me ha recorrido la espalda.
Un silencio estremecedor ha penetrado en mi cuerpo.
Mi corazón ha corrido acelerado como un galgo,
y por la ventana, ha entrado una extraña nostalgia
de cuando compartíamos el calor de las caricias,
y cada mañana, el cacarear de los gallos nos pillaba
haciendo el amor como dos tontos enamorados.

Y ahora, amor, si me dejas, quisiera hablar solo de ti,
pero sin rencor, sin dudas, sin dolor, sin pena.
De aquellos días que en tus brazos moría,
de aquellos días que de tu amor me alimentaba,
de aquellos besos con sabor a fruta fresca.

Solo hablemos de ti, de aquellos días de promesas.
Hablemos de ti, de tu forma de vestir, de andar,
de sonreír, de tu forma de hablar, de gemir, de mirar. 
Hablemos de ti, pero sin rencor, sin dolor, sin pena.

Hablemos de ti, amor mío, una vez más,
para que un día, te conviertas en humo,
en gesto, en distancia, en olvido.
Hablemos de ti, para que un día fluyas
por mis venas como un fantasma.     


Colección Almas nostálgicas

viernes, 13 de enero de 2012

LA LLUVIA XI

Hoy he organizado los pinceles, las paletas,
los caballetes, las pinturas, los óleos, las telas.
He arreglado los cajones de mi habitación
y también he puesto orden a mi vida.
¡Nunca se sabe lo que puede suceder mañana!

Ahora que a mi vida le queda un hilo de aliento,
cambiaré de pensamientos, y la próxima vez
que me vuelva a enamorar, jugaré con las cartas marcadas,
para evitar sorpresas y paranoias de loco enamorado.

Hace mucho tiempo de toda aquella parafernalia
y todavía luchan en mi interior los intereses de quienes
quieren hacer para ELLA un nido en mi vencido corazón
y construir un majestuoso castillo de cristal.

Quedó mucho amor grabado en cada trazo de mis pinceles,
en cada retrato y en mil noches ebrias de alcohol.
Y queda poco espacio para colocar semejante palacio,
en este lugar privilegiado, donde ELLA,
pretende hacerse la ama, la dueña, la reina.

A todo esto, juro no perder la calma, ya que esta guerra
de amores enfrentados, hace tiempo que la perdí.
Hoy solo puedo defender con dignidad y astucia
la parte del territorio que ELLA me ganó en su día,
asumiendo el papel de víctima en esta fábula,
y reconocer sin traumas la referencia vivida,
tal vez non grata, tal vez sufrida y dolorosa,
¡pero nunca repudiada por haberla compartido!

De todas maneras, no puedo impedir
que ELLA construya su castillo, en este trozo
de corazón malherido que me ganó en buena lid.
Tampoco quisiera que este palacio, para ELLA,
se convirtiese en una cárcel, porque una vez allí,
sería la manera de tener encarcelada la luz de su mirada.

Hoy he guardado los pinceles, las paletas,
los caballetes, las pinturas, los óleos, los telas.
He arreglado los cajones de mi habitación
y también he puesto orden a mi vida.
¡Nunca se sabe lo que puede suceder mañana!

He puesto orden en mi vida con tal de pensar
y decidir libremente y volver a estar de acuerdo
con mis propios principios y pensamientos,
sin que ELLA interfiera en mi subconsciente.

El sol sale cada día para todo el mundo
y yo quiero llegar a viejo recordando
lo muchísimo que la quise, lo mucho que la quiero,
y seguramente, lo mucho que la echaré de menos...
Pero tampoco quisiera morir de amor…
convirtiéndome en un bufón de feria.
 

  Colección Almas nostálgicas

martes, 10 de enero de 2012

LA LLUVIA X

Sentado plácidamente en mi balcón,
frente a los primeros rayos de sol
que me regala la primavera,
se me acumulan los recuerdos
de los despropósitos cometidos.

Si puedo, no me moveré más allá
de mi pequeño, corto y estrecho mundo.
Ya me he acostumbrado a estar solo,
con mis cuadros y mis cuatro recuerdos.
No obstante, no creas, amor mío,
que por estar aparentemente más tranquilo,
haya vuelto de aquel viaje al olvido y no creo
que nunca más vuelva a mi sano juicio.

Algunas tardes,
me siento a hablar contigo como viejos amigos.
¿De qué hablamos? De pequeñas cosas,
de cosas de enamorados, de ti, de mí, de la gente,
de estas pequeñas cosas que hacen reír
y hacen que te quiera un poco más cada día.
Y no creas que es una locura, no amor,
no estoy loco, porque aunque tú no me contestes,
te siento a mi lado, y aunque no te veo, ¡te imagino!

Por la noche,
entramos cogidos de la mano a la habitación
y nos desnudamos el uno al otro sin dejar de mirarnos.
Después desnudos, como el viento cálido del este,
llega la hora de los abrazos tiernos, del abrazo entero,
del abrazo de manos, de nalgas, de pechos y de sexos.

Más tarde,
sobre la cama, con los labios temblorosos,
nos premiamos con perturbadores besos,
jugando con los pezones, con los ombligos
y repetimos el ritual, una, dos y más veces,
hasta beber el brebaje del dulce manantial.

Y al ritmo de los gemidos y al contacto
de las manos, tu cuerpo gatea sobre mi cuerpo
hasta convertirlos en un solo gesto.
Y ahí, da comienzo un vals morboso
que los dos bailamos sin perder el ritmo,
y al final del baile, sacuden nuestras venas,
el más prodigioso de los orgasmos.

-Como verás, amor, no es malo estar un poco loco.
Porque aunque tú no me quieras,
yo a ti, seguiré amándote eternamente.
¡Es  tan grande el amor que por ti siento,
que puedo amarte el resto de mi vida...
sin que tú ni siquiera te enteres! 

Colección Almas nostálgicas


sábado, 7 de enero de 2012

LA LLUVIA IX

¡Que doloroso es el tener que olvidar!
Conlleva una extraña mezcla de sentimientos
de odio, de amor, de pasión, de rencor,
que se van quemando en el fuego del olvido
y todo aquello que se va convirtiendo en duda, 
te abate y te somete irreversiblemente.

Te digo amor, que hoy no puedo borrar
los verdes de las montañas, ni los azules del mar,
ni el amarillo del sol, ni el plateado de la luna.
Te digo amor, que hoy tampoco puedo olvidar
las palabras, ni las caricias, ni el primer beso
que me distes acurrucado en tus cálidos pechos.

Miro allá, a lo lejos, allá, al punto de partida,
donde el azul del mar y el azul del cielo
se besaban y se confundían en el horizonte
y se fundían en un abrazo azul intenso.

Y así amor, entre pinceles y lienzos,
sigo buscando estos colores mágicos
que te coloreen como la mujer bella que tú eres.
Porque tal vez, siempre fuiste un retrato
que llevaba grabado en mi mente.

Hoy amor, ya no me duele cerrar los ojos
y besarte en silencio, ni me duele el recuerdo
de aquel día, que hicimos el amor en el balcón,
mientras las gotas de llovía nos mojaban.
¡Hoy amor, ya no me duele el corazón,
porque lo deje olvidado debajo de tú cama!

Amor mío,  no ha sido ni el viento,
ni la nieve de este lento y frío invierno,
ni siquiera estos días de dolorosa angustia
quien te ha pintado de colores.
Tan solo ha sido la hazaña de mi memoria
quien  ha inmortalizado en los lienzos;
tú ternura, tú dulzura, tú gracia, tú hermosura.

Ahora todo volverá a su cauce,
tú en tu casa... junto a tú amo,
yo como siempre... solo, con mis pinceles.

Hoy amor, nada me debes, nada te debo,
nada nos debemos, tú me robaste el amor
y yo a cambio.... te pinté el alma.


  Colección Almas nostálgicas

miércoles, 4 de enero de 2012

LA LLUVIA VIII

Me encerré en mi estudio
y no contesté a más llamadas.
Me emborraché entre pinturas y pinceles.
Pinteé hasta acabar exhausto.
¡Quise olvidar, pero seguí pintando
una y mil veces tu retrato!

Hace tiempo que intento no recordar,
por esta razón, me he encarcelado
y saldré de nuevo de mi prisión
cuando tu recuerdo sea tan solo un cadáver.
¡Esperaré un día de lluvia o un día de sol,
pero saldré por la puerta, con la frente alta!

Sobreviviré a tu figura, a tu dulzura.
Sobreviviré a esta entupida locura
de quererte apasionadamente sin tregua.
Seguro que un día cualquiera, allí por mayo,
recordaré sin dolor aquellas manos de melocotón,
que solo con su roce me retorcían de placer.

Sigo vulnerable a tu recuerdo silencioso
y quiero perder la memoria exultante
de tu piel de seda fina y de tu boca bribona.
Quisiera tenazmente conseguir esposar
y encarcelar esta energía que me mata.

Hoy daría un gran salto en el tiempo,
hacia delante o sin dudarlo, hacia atrás.
Encendería hogueras de fiesta,
hogueras de San Juan, bebería vino,
bailaría con la más fea y con la más bonita
y haría el amor con cualquiera de ellas,
sin dejar que me corroyera la conciencia.

-¡Pobre tonto, qué pena me das!
Tú ya sabes que no puedes manipular
ni al tiempo, ni al amor, ni a la conciencia.
Entonces, solo te queda maldecir todo
lo que no sea olvidar este enfermizo amor. 
¡Ahora, estúpido, sigue bebiendo para olvidar
y sigue pintando su puto retrato!
¡Sigue en el estudio encerrado,
con este amor enfermizo!

                                   ¡Pero no esperes de tu corazón maravillas!

                                                                                                           
        Colección Almas nostálgicas

NO, TÚ Y YO NUNCA SEREMOS ROMEO Y JULIETA.

NO, TÚ Y YO NUNCA SEREMOS ROMEO Y JULIETA. Se moría la vida mía por acostarme a tu lado, aunque fuera un rato, un rato largo, claro. Solo pa...