jueves, 15 de diciembre de 2011

LA LLUVIA III

La noche seguía enojada,
mientras ELLA me abrazaba.
Los truenos golpeaban la estancia,
y a lo lejos, casi en el infinito,
los rayos electrizaban un cielo negro.

Con los ojos cerrados,
su boca cerró mi boca,
¡no hacían faltas palabras!
El beso duró ¡el tiempo que hizo falta!

Abrió de nuevo los ojos,
esos ojos negros,
como su seductora alma.
¡Me miró con celo,
me miró con rabia!

Saltó sobre mi desangelado cuerpo,
me agarró de las manos
y las ató al cabezal de la cama.
Dejó caer su cabellera negra
y rizada sobre mi cara,
mientras dibujaba en su rostro
una  lujuriosa carcajada.

Bajó los labios, hasta morder mi lengua.
Lamió mis mejillas, como si fueran de caramelo.
Arrastró su pelo negro, sobre mi cuerpo.
Surcó mi piel con sus uñas largas,
hasta clavarlas en mis nalgas
y siguió lamiendo cada uno de mis poros,
hasta que el tiempo se desvaneció en el cielo.

Benditas formas casi inhumanas.
Benditas caricias, eternamente deseadas.
Bendito tesoro, el que hallo en su aposento.
Bendito sea este beso, que me mata de deseo.
¡Bendita noche, de rayos y truenos!

La calle seguía mojada,
pero en los cristales ya no golpeaban
las frías gotas de lluvia de invierno.
Mientras tanto, el pueblo despertaba,
perezoso, a la luz del nuevo día.

Llegó el alba y nos pilló jugando,
jugando, entre sábanas y almohadas.
Llegó el alba, con luces de esmeralda.
Llegó el alba, iluminando su hermosa cara.

ELLA, se levantó de la cama,
altiva  y solemne,
Se puso su ropa interior,
de puntilla y encajes.
Se abrochó la blusa
y se enfundó la falda.

Tras una noche de tormenta,
de amor y sexo intenso,
ELLA, volvió a recuperar
su porte y toda su arrogancia.



Colección Almas nostálgicas

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