Lo primero es felicitar a la ganadora de las elecciones de la Comunidad de Madrid, porque lo cortes no quita lo valiente. Y a pesar de los pesares de algunos, al final, el que decide es el pueblo soberano.
El pueblo es sabio, nunca se equivoca, y si lo hiciera, tendría suficiente tiempo para rectificar. El tiempo es relativo y la historia se encarga de poner a los politicos, cada cual en su lugar.
Han sido unos días duros con algunos altibajos, que han hecho que la campaña haya tenido momento de crispación. Pero al final, el pueblo, ha salido a votar en masa y ha dado una lección de civismo y serenidad. Todo un ejemplo a seguir por aquellos que se alimentan de la política.
No se debería hablar de vencedores ni vencidos, como si hubieran ganado un trofeo contra un equipo extranjero. No, aquí no debería haber envidias ni recelos. Aquí, ganan o pierden todos. Porque de una u otra forma su obligación debería ser, gobernar por y para el pueblo. ¿Qué es una utopía? Sí, pero sea cual sea el que gobierne y dirija el catarro, debería tirar del carro con todo el pueblo dentro.
Ahora tendrán dos años más para ver como hacen las cosas y se podrá volver a dar la vuelta a la tortilla si no nos gusta como lo hacen. Qué de esto se trata, de echarlos a la calle, si no complen con lo prometodo.
En la dictadura del Generalísimo Franco, pasaron cuarenta años sin poner una sola papeleta en las urnas y nadie protestó, por razones obvias. Pero ahora solo es cuestión de paciencia. Al fin y al cabo, esto de la democracia es como un tren, que algunos se tiran en marcha... chuuuup-chuupp.
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
