Estimado Sr. Trump.
Espero que al recibo de la misiva toda su familia este bien de salud dentro de las circunstancias actuales. Empezaré escribiendo que no me debería alegrar del mal ajeno. Sería una falta de educación y respeto hacia usted o cualquier ser humano, aunque algunas veces la noticia lleve consigo un toque especial de sorna añadida.
Esta mañana he amanecido con la noticia de que el incrédulo presidente Donald Trump y la primera dama habían dado positivo en la prueba del PCR. No debería importarme más su salud que la de otros 33.000.000 millones de contagiados en todo el mundo. Aunque en este caso, Señor presidente, usted no es un ciudadano cualquiera, sino la persona más influyente y poderosa del mundo. No sé por qué debiera estar yo preocupado por su salud, si usted es un iluminado y uno de los más fervientes detractores del uso de la mascarilla. Mintió sobre la hidroxicloroquina y como podría pasar por alto el desafortunado comentario que hizo, sobre que inyectar lejía en los enfermos era bueno para combatir el covid-19.
Pues nada, familia Trump, que el confinamiento y los tratamientos que usted recomendó a sus compatriotas les sean de ayuda y sanen lo antes posible. Pero hágame el favor de quedarse en casita y no vayan por ahí contaminando a más gente. Le deseo sinceramente toda la suerte del mundo con la nueva vacuna que dice que ya ha comprado para el pueblo americano. Mire por donde tiene la oportunidad de ser el primero en probarla y de paso podría salvar al mundo entero. Sería la única manera de entrar en los anales de la historia como un héroe.
Nada más, Señor presidente. Que la convalecencia, tanto suya como la de su esposa Melania, sea leve. No me cabe ninguna duda que su equipo de médicos harán lo posible para que ambos salgan de rositas de este maldito coronavirus que no distingue entre un pobre... o del mismísimo Presidente de los Estados Unidos de América.
Un abrazo. Juan José Cardona Barceló.
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