domingo, 27 de febrero de 2011

SOÑÉ QUE TE MIRABA

Soñé que me abrazaban unos brazos blancos,
blancos como la nieve de las cumbres más altas.

Oí que me llamaba una voz clara,
clara como el amanecer que despierta
entre las montañas más lejanas.

Imaginé que te tenía a mi lado desnuda,
desnuda como los árboles en el otoño,
tumbada sobre mi cama...
Y solo te miraba, te miraba, te miraba.

Colección Hundido en mi colchón

SI NO FUERA CIERTO...

Si yo no existiera...
¿quién pensaría como yo pienso?

Si yo fuera un sueño...
¿quién intentaría sentir
tu silencio desde lejos?

Si no fuera cierto...
¿quién te escribiría esto?

Si no fuera por mi cuerpo...
¿por quién te morirías de deseo?

Si no fuera por mis ojos...
¿dónde contemplarías tus destellos?

Si yo no existiera, y fuera un sueño,
¿quién te escribiría esto?,
¿tal vez tus propios sentimientos?

 Colección Hundido en mi colchón

LÁGRIMAS DE AGUA

Si una lágrima solo fuera agua,
no me importaría que por tus
mejillas corriera la lluvia.

Si una lágrima solo fuera agua,
quisiera todas las mañanas
bañarme con ellas mi cara.

Si una lágrima solo fuera agua,
no lamentaría con rabia
la humedad de tus pestañas.

Si una lágrima solo fuera agua,
no sentiría una profunda tristeza
al ver tus ojos inundados de pena.

Si una lágrima solo fuera agua,
buscaría en el fondo de tus luceros
la belleza de la tormenta de verano.

Pero si una sola lágrima, no solo fuera agua,
lloraría contigo para que supieras
que nada de lo tuyo me es ajeno.

Colección Hundido en mi colchón

sábado, 26 de febrero de 2011

TRISTE DOLOR

Busco entre la muchedumbre,
en la cascada del río perdido,
en las tristes lágrimas de mujeres,
otra cara como la que tengo
en mi corazón grabada.

Desespero en el intento,
al comparar cualquier gesto:
una sonrisa delicada,
un movimiento adecuado
a cada momento,
¡y creo ver en el cielo tu retrato!

Escucho con atención el
látigo que golpea en mi interior.
Brillan mis ojos de triste dolor
al sospechar que lo nuestro
fue un grave error.

Eres luz, fuiste calor.
Tan breve y fugitivo el final,
que no consigo arrancar con tortura
el divino arte de amar con dulzura.

 Colección Hundido en mi colchón

viernes, 25 de febrero de 2011

HA MUERTO EL HOMBRE MÁS VIEJO DEL PUEBLO

En Santa Inés ha muerto
el hombre más anciano de pueblo,
bajo un manto de floridos almendros.

El valle se ha engalanado a su paso,
para despedirlo de su último viaje hacia el cielo.
Los rayos del sol han iluminado los apenados
rostros de los hombres y mujeres que le conocieron.

Silenciaba el viento el sonido
de tambors, flautes, xeremies y castanyoles.
En los montes, entre pinos verdes,
lloraban añoradas canciones payesas.

Iglesia centenaria, centinela de higueras,
de rebaños de ovejas de buenas gentes.
Ha teñido de luto sus paredes,
para dar cobijo en su última misa
a todos los presentes.

Bajo un manto de flores de almendro,
ha muerto el hombre más viejo del pueblo.

Colección Hundido en mi colchón

ENVIDIA

Envidia de tu juventud bendita,
de tu cuerpo de niña,
de tus hermosos ojos
negros de mirada triste.

Soñadora de cuentos de adolescentes,
buscas en la noche de insomnio
a la persona que a tu lado,
se sienta enamorado.

Envidia de tu cintura fina,
de piel con sabor de miel,
de sonrisas a una nueva vida,
de un mundo por recorrer.

Si algún día, una lágrima resbala
por tu inmaculada mejilla,
no te pares a contemplar su tristeza,
busca en su brillo un destello de alegría.

Envidia, solo envidia de mi juventud perdida.

Colección Hundido en mi colchón

VEJEZ

Vejez, camino inexplorable de arrugas
que va tejiendo nuestro desdichado cuerpo.
Inseparable penumbra que transforma
nuestro cuerpo en lejano recuerdo.

Vieja compañera que nos arrastra
irreversiblemente a oscuras esferas,
desde donde la muerte nos acecha.

Sufre y goza hasta nuestro último aliento.
Nace en el parto, y nos acompaña pacientemente
con impasible calma, hasta el fondo del féretro.

Vejez, triste despedida de vivos,
que aman la vida. Penosa cara del tiempo.
Un adiós sin rencor.

¡Un soplo hacia la muerte!


Colección Hundido en mi colchón

martes, 22 de febrero de 2011

POETASTRO

Exploro en el paisaje algo que me inspire...
Serán las extrañas formas de las costas,
la claridad del cielo, este pueblo de pescadores,
o tendré que buscar en la profundidad de los mares.

Callan los pájaros que no me dejaban pensar,
aunque de vez en cuando vuelven a cantar.
Sigo en mi empeño, y mantengo la esperanza
de que algo lindo me va a iluminar.

Serán estas ligeras nubes,
la charla de los marinos a la hora de desayunar,
o simplemente, aquellos ancianos,
que cogidos de la mano,
hacen su recorrido diario junto al mar.

Busco la inspiración en cualquier rincón.
Aunque hoy mi musa me ha dado plantón,
no me desanimo, miro de un extremo a otro,
atento a cualquier descubrimiento,
ya que el poeta no tiene horario,
y la inspiración le asalta en cualquier momento,
y hay que agarrarla con arrebato.

¿Irá a bordo de este barco, en uno de sus pasajeros
o quién sabe si en aquel barco de recreo?

Me está pasando el tiempo
y no consigo dar un simple plumazo
a este papel en blanco.
Me doy cuenta que al poetastro
no le es fácil plasmar lo que otros
hacen con los ojos cerrados.

No me desanimo, será que hoy no estoy fino.
Buscaré otro paisaje, otras sensaciones...
Otros personajes para escribir mi mensaje.


Colección Hundido en mi colchón

EGO SOLITARIO

Antes de conocerte, creí ser fuerte.
Por haber bebido en el mismo deseo,
pensaba que había comido
hasta el último trago de placer.

Conocí en forma de hermosas damas,
a princesas, cenicientas
y a otras con menos suerte.

Corrí por el mundo,
forjando en mi persona,
la marca inequívoca del hombre
que a su paso, hace que
se marchiten las amapolas.

¡Cuán equivocado estaba
conviviendo con mi ego solitario!
Bastó una sola mirada
de tus hermosos luceros,
unas notas de tu voz melodiosa,
un roce de tu cuerpo encantado,
para darme cuenta de lo vacío
que tenía mi corazón abandonado.

Desde aquel momento,
te juré amor eterno,
y mi vida vivió.
A partir de aquel momento,
todo lo mío fue tuyo,
y todos los placeres de antaño,
desde aquel instante,
ya no me pertenecieron.

Colección Hundido en mi colchón

miércoles, 9 de febrero de 2011

NAVÍO DE AMISTAD

Con velas enredadas en altos mástiles,
cantando al mar canciones de amistad,
desafía al viento y a la tormenta,
este vínculo que, sin ser familia,
navega con fraternidad.

Con estirpe de buena cuna,
con arrogancia y poderío,
desafía el transcurrir del tiempo,
igual que un iceberg aguanta
al paso de los años.

Da vueltas al mundo,
amarrando en los puertos,
esperando el día de regreso.
Aventurero de viajes,
sensible, contempla el fugaz
recorrido de las estrellas
por los caminos del cielo.

Armado con cañones,
siempre está dispuesto a defenderse
de sus presuntos enemigos.

Va surcando los oceános,
defendiendo con orgullo
el estandarte de la amistad.


 Colección Hundido en mi colchón

EL ÚLTIMO PASEO

Salí de mi casa con la sana
intención de pensar en ti.
Vi a unos pajaritos volar,
a una señora desde su
florido balcón canturrear,
y yo, seguía empeñado
en pensar solo en ti.

Quedé emocionado
al ver aquel chiquillo
coger la mano de una ancianita
para ayudarla a cruzar la calle.

Las flores, a mi paso,
parecían murmurar tu nombre.

¡Qué día más hermoso para pensar en ti!

Cerré los ojos de emoción,
cuando, de repente, a lo lejos,
divisé tu hermosa silueta
y ya no tuviste tiempo de avisarme
de que iba a tropezar.

¡De bruces mi fui al suelo!

Un viejo me vio tumbado en el suelo
y de la impresión de ver la sangre,
se puso a vomitar.

Al momento, cruzó un hombre
con traje, que a grandes pasos,
pasó por mi lado sin inmutarse.

Te juro, vida mía,
que al salir de mi casa,
lo único que pretendía
era pensar en ti.


Colección Hundido en mi colchón

EL BAÑO

Por la mañana, me despierto
con la boca reseca de tantas
veces tu nombre repetir.
Me levanto y me rasco la cabeza
y me encamino hacia el baño.

Bajo el agua, te busco por
los caminos de mi piel,
entre los dedos del pie,
debajo de las axilas.
Sacudo mis cabellos,
para buscar entre ellos
una caricia tuya
o un buen recuerdo.

Me froto y me rasco,
y después de un buen rato,
¡de la sucidad no queda ni rastro!

¡Todavía me acuerdo de cuando
tú frotabas mi espalda!

¡Dios mío!
-¿Cuánto tiempo he pasado sin lavarme?
-¡Desde que me dejaste!
Desde entonces,
no he podido dormir,
ni salir a la calle.
A mi vera, la gente no se paraba,
un "tufillo" extraño arrastraba
que no gustaba.

Ahora que me he duchado,
el mal olor me ha abondonado
y me siento satisfecho de volver
a ser un tipo normal.


Colección Hundido en mi colchón

LUNA NEGRA

               LUNA NEGRA Yo soy el que quisiera librarme de ti y el que quisiera olvidarte sin perder la vida en el intento, que ando algo ...