Hoy es el primer día en muchos meses que he sentido un auténtico subidón de esperanza. Parece ser, que la epidemia del COVID-19, va camino a ser un mal recuerdo del pasado. El ser humano tiene la capacidad de olvidar las malas experiencias. Las almacenamos, no sé dónde, en algún lugar del cerebro, para no tener que seguir viviendo con el peso de las desgracias.
Parece ser verdad que tenemos cada vez los brotes verdes más cerca del final del túnel. Todo hace pensar que la tendencia de contagios y muertes va a la baja y que lo de la vacunación, va viento en popa y a toda vela. Qué alivio se siente cuando te das cuenta de que todo irá volviendo a la normalidad con MAYÚSCULAS.
La noticia es qué Fernando Simón ha anunciado que en breve, la obligación de llevar mascarilla será cosa del pasado. Ahora solo será cuestión de tener paciencia y no adelantarnos a los acontecimientos. No queramos ser los primeros en quitarnos la mascarilla y volvernos de repente negacionistas, por unos cuantos días que nos quedan. Sigamos siendo solidarios con el resto de personas, con las que hemos pasado la pandemia hasta el último minuto.
No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. Solo espero que cada uno, a su manera, haya sacado conclusiones de cara al futuro.
Yo he llegado a la conclusión de que la vida es un soplo en el viento y hay que aprender a disfrutar del tiempo. Piénsalo.
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