lunes, 10 de julio de 2023

EL TROVADOR Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.

El amante, quería subir hasta la habitación del torreón, trepando por los muros del castillo, hasta llegar al balcón de su amada.

 Él, herido de amor, la buscaba con empeño. ¡Ay, Dios mío, qué pasión de amor! Que se juega la vida, por un abrazo de su Dulcinea. Qué locura, que destreza, siente nuestro enamorado en su corazón, que arriesga la vida por un solo beso de sus labios.

Qué fuerza, habrá en sus manos, que todavía de media noche, sigue escalando hasta lo más alto, en donde su amada está encerrada a cal y canto, por la desconfianza que su padre tiene de su hija de moral distraída.

El amante sigue escalando, palmo a palmo, hasta llegar a lo más alto. ¡Cuanto deseo, lleva guardado en sus entrañas! Que no cesa en su empeño de llegar hasta la cama de su dama.

Quiere el amante llegar hasta los brazos de la princesa o morir en el acto, que no hay muerte más dulce que la muerte, en el intento de abrazar a su amada. 

Y gritó el amante, en el último tramo, a punto de dar el último paso.

— ¡Estela, Estela! Sal al balcón que he llegado asfixiado. ¡¡¡Estelaaaaa, Estelaaaaa! ¡! Échame un puto cable o una sabana, que no puedo con mi alma y me caigo, si no sales de inmediato para ayudarme!!!

Pobre enamorado, que a punto está de perder las fuerzas y caer al vacío. Cuando, de repente, su amada, saltó de la cama, al oír sus desesperados gritos, en aquella silenciosa noche de luna llena y estrellada. 

— ¿Dónde estás amado mío? Que no atino a verte?,

— ¡Coño! ¡Debajo del balcón! Tírame, de inmediato, una cuerda, que mis fuerzas flaquean y mi vida está pendiente de un hilo.

— ¡Uyyyy! Yo bien quisiera, pero es que hoy estoy ocupada, que ha venido otro pretendiente a verme y no creo que estuviera contento si te ve con este aspecto de ladrón y con estas malas intenciones con las que estás escalando el muro. Y hoy, ya no estoy por la labor de fornicar contigo.

— ¡Pero amada, no me dejes morir! Que las fuerzas y el disgusto que me has dado, me han dejado al límite de mis posibilidades y si tú ahora me abandonas, moriré sin remedio.
 
—Amado mío, que tú sabes que te quiero con locura, pero vuelve otro día, que te juro que te estaré esperando, pero ahora me has pillado en un mal momento. Estoy muy ocupada y el caballero en cuestión, no estará esta noche para duelos y menos a estas horas de la madrugada. ¿Verdad que lo entiendes, amor mío?

— ¡Cariño! ¿Por dónde ha entrado este caballero? Que yo llevo toda la noche escalando y no me he cruzado con hombre alguno, trepando el muro.

— Por la puerta Mariano, por la puerta, que hoy mis padres se han ido de viaje de fin de, y no vendrán hasta el lunes. Mi nuevo galán se ha enterado de que yo estaría solita y ha venido para hacerme compañía. Tú ya sabes como son estas cosas. 

Sin más, se oyó un grito desgarrador, del enamorado, que perdió las fuerzas y la esperanza de ser amado, por su bella dama, y va cayendo al vacío, a grito pelado. ¡Aaaaaaaaa! ¡Me cago en tu padreeeee!

Cerró ella la puerta del balcón, para no oír los berridos y quejidos de su pobre amado. Mientras tanto, él, quedó tirado sobre el jardín del castillo malherido. Hay algunos ángeles que no tiene alas y no vuelan, y nuestro protagonista, no tenía, ni era ángel, ni era nada, vamos, qué era simple mortal, enamorado de una dama que no le correspondía, y además por lo visto era viciosilla en eso del cortejo.

Un perro, un pobre perro callejero, se acercó al moribundo y le lamió las manos y la cara, y aulló a la luna. ¡Aaauuu, aaauuu!. 

El amante, no daba crédito a tanta desgracia. Aullaba el perro, y al mismo tiempo oía los gemidos de placer de su amada, desde lo alto de la torre, que no hizo ni puñetero caso del percance.

En aquellos instantes solo faltaban los violines y un coro de ángeles para endulzar la puta noche de la muerte del pobre amante.
 Gritaba ella de placer a los cuatro vientos, desde el balcón, mientras el tal Juan la empotraba contra la barandilla, mirando al horizonte.

Abajo, seguía el perro ladrando y aullando, mientras nuestro intrépido amante, falleció por el amor de una mujer, que no le fue correspondido.

… Cuenta la leyenda, que cada viernes, vuelve el perro a ladrar y a aullar por los alrededor en donde nuestro pobre amante perdió la vida. Y que la dama se casó con el Don Juan, de pacotillas, que entró por la puerta grande y que dos hermosas niñas, años más tarde, correteaban por los jardines del castillo

Y colorín colorado. 

Moraleja: cuando vayas a cortejar, entra por la puerta y no seas gilipollas haciéndote el héroe. Que las canciones que cantaban los trovadores, eran todas una puñetera mentira. Y además, ¿Por qué te vas a jugar la vida, por amores, que luego no te son correspondidos? ¡Pues ala! Ya lo sabes.

Juanjo Cardona.

Colección: YO, POETA. TE ADOPTO COMO MUSA.

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