que va tejiendo nuestro desdichado cuerpo.
Inseparable penumbra que transforma
nuestro cuerpo en lejano recuerdo.
Vieja compañera que nos arrastra
irreversiblemente a oscuras esferas,
desde donde la muerte nos acecha.
Sufre y goza hasta nuestro último aliento.
Nace en el parto, y nos acompaña pacientemente
con impasible calma, hasta el fondo del féretro.
Vejez, triste despedida de vivos,
que aman la vida. Penosa cara del tiempo.
Un adiós sin rencor.
¡Un soplo hacia la muerte!
Colección Hundido en mi colchón
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