en la cascada del río perdido,
en las tristes lágrimas de mujeres,
otra cara como la que tengo
en mi corazón grabada.
Desespero en el intento,
al comparar cualquier gesto:
una sonrisa delicada,
un movimiento adecuado
a cada momento,
¡y creo ver en el cielo tu retrato!
Escucho con atención el
látigo que golpea en mi interior.
Brillan mis ojos de triste dolor
al sospechar que lo nuestro
fue un grave error.
Eres luz, fuiste calor.
Tan breve y fugitivo el final,
que no consigo arrancar con tortura
el divino arte de amar con dulzura.
Colección Hundido en mi colchón
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