en su reflejo me vi inmerso dentro de sus cristales.
En sus estantes brillaban preciosas piedras
en busca de mujeres de muchos quilates.
Dulce fue ver tus ojos
convertidos en diamantes
de colores centelleantes,
o aquellos pendientes deslumbrantes
que buscaban orejas a las que colgarse.
Generosos pasadores deseosos de melenas,
para fundirse entre cabellos radiantes.
Justo al lado, una pulsera gemela
de una diadema de encantadoras perlas,
que soñaban con hechizos electrizantes
entre las más bellas de las princesas.
Entre tanta hermosura,
una rosa roja olvidada
hizo abandonar mi codicia,
e imaginé tu cuerpo desnudo
a la sombra de la luna,
y entre toda aquella pedrería
tú te convertiste en la joya más fina.
Colección Hundido en mi colchón
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