Sobre las aguas se marcan caminos,
cuando las barcas buscan cobijo
y las gaviotas van revoloteando
sus últimas danzas sobre el Mediterráneo.
Colgado en lo más alto, como un títere,
el sol se dispone a efectuar su última función,
tiñiendo el horizonte de color y fuego.
Como un niño jugando con su lapicero,
dibuja el éter de caprichosos colores,
mezclando rojos, amarillos, grises,
negros, blancos y azules.
Palidecen a cada segundo las nubes
entre matices diferentes, y la tierra,
poco a poco, va adquiriendo
un suave tono negro.
Apaga su calor al tomar
su último baño entre islotes lejanos.
Se sumerge lentamente, componiendo
extrañas sinfonías de colorido.
Se esconde como un chaval travieso,
orgulloso por haber pintado
hasta en el mismo firmamento.
Colección Hundido en mi colchón
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