hasta encontrar el camino de tus besos!
Horas desinteresadas, pendiente de tu cara blanca,
atento a cualquier movimiento de tus labios.
De tus manos se desprendía la esencia del mimo,
y en tu cintura, mis brazos enredados seguían
como hiedra buscando entre telas un ciego abrazo.
El fuego y la marea luchaban en mis entrañas.
Para no asustar tu alma tranquila,
esperaba como ave de rapiña
que cayera en mis garras mi pieza favorita.
Llegó el día en que tus labios sobre los míos se fundieron,
y aquel contacto se convirtió en sincera caricia.
Desde aquel mismo instante,
en mi corazón se apagó la llama de la lujuria.
Colección Hundido en mi colchón
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