de otros paisajes,
de campos de trigo,
de hermosos follajes;
de otra tierra, donde
no existe el oleaje,
donde se levantan entre valles
grandes montes salvajes.
Bajaste al mar por aquella pendiente,
ceñida de flores de otras especies,
impregnada en exóticas fragancias.
Pasaste como rayo fugaz
en noche de tormenta,
dejaste en mi cara
la frescura de la lluvia
y en mis manos
un deseo lejano
de luna de verano.
Con sonrisa triste,
te volviste sobre tus pisadas
otra vez a tu casa encantada,
entre enormes campos peinados,
vigilados por altos campanarios.
Colección paisajes de mujer
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