lunes, 20 de septiembre de 2010

LUNA TRAIDORA

Coge mi mano,
que el día se apaga,
disfruta de este espectáculo,
de ver cómo muere
entre luces doradas
y da paso a las sombras.
Los barcos se recogen
en el puerto hasta mañana.

Las sombras desaparecen,
la gente vuelve a sus casas,
la calma vuelve a las calles,
ya nace de nuevo la noche,
con su luz callada.
La luna vigila,
¡que empiece la jarana!

Luna traidora,
cómplice de ladrones y amantes.
Cubre con su negra capa
ingenuas caricias,
besos complicados,
cuchillos teñidos de sangre.
Transporta entre pasajes
explosivas sonrisas
de mujeres ardientes,
de miradas de amor,
versos de jóvenes pretendientes.

Testigo de adulterios,
de mortales accidentes,
paseos de adultos,
de juegos de niños inocentes.
Compañera de eróticas charlas,
de orgías,
cuentas pendientes,
gays transformados,
borrachos desamparados,
que la tienen como diosa aliada.

La luna cuida desde
su oscuro cielo,
de unir entre penumbras
a todas las almas,
amantes, curas, militares,
asesinos y currantes.
La noche trae
para cada uno de ellos,
la desesperanza
de la mañana siguiente.

Coge mi mano,
que la noche fallece
como cada día,
cuando aparecen
los primeros rayos de colores,
allá a lo lejos,
en el horizonte,
la luna se esconde,
como toda aquella gente,
mientras el día amanece.
Colección paisajes de mujer

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