LA MOCHILA AZUL.
Desde allí, a lo alto, todo se vive de modo diferente. El silencio se siente como un remanso en el alma y a la gente se les ve diminuta, igual que las hormigitas que van de un lado a otro, sin sentido alguno.
Por un momento pensé que todo era maravilloso y que Dios había creado un mundo perfecto. Las montañas, los campos y los valles, y yo corría y saltaba de nube en nube, como un niño con zapatos nuevos.
Qué gran gozo disfrutar de tan espléndido privilegio, solo, que en este idílico lugar, incluso pensé en mudarme a vivir aquí arriba, cerca del cielo, del sol, de la luna y de los ángeles de la guarda.
Y así, llego la noche fría y húmeda, más cerca del infierno que de las estrellas. Y entonces me pareció oír el llanto desconsolado de mi amada. Era imposible no escuchar sus sollozos. Lloraba como una niña que había perdido su muñeca y no encuentra consuelo. Mi amada lloraba mi ausencia, porque yo llegaba tarde a la cita y pensaba que ya no la quería y me había olvidado de ella.
Se truncó el cielo con un gran aguacero y retronó entre rayos y truenos. Me echaron a empujones de mi nube de azucar, hasta llegar a los brazos de mi amada. Lloraba por mi tardanza y mirándome a los ojos, me dijo sin consuelo:
- Pensé por un instante, que ya no me amabas y me habías olvidado.
Embestí contra su boca y sequé sus lágrimas con mis labios. Le acaricié la cara y le hablé de mi aventura imposible y le conté lo que había visto en mi viaje. Ella me miró con gracia y me rogó con una sonrisa, que si un día pensara volver a vivir a una nube, que no la dejara sola en la tierra. Qué cogería su mochila y nos iríamos juntos a recorrer el cielo.
JUANJO CARDONA
Colección: YO, POETA. TE ACEPTO COMO MUSA.
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