Esta noche soñé que todo fluía como un manantial en calma y mi corazón volvió a sonreir. Soñé que la vida era bella, que en medio del mar navegaban los barcos y que en las calles la gente se abrazaba. Todo eran alabanzas de imágenes dulces y cálidas. Soñé que un solo radiante nos calentaba con rayos de luz de esperanza. Que bonito fué el sueño Cuando vi a los niños jugar en los jardines de infancia ya las madres charlar felices de cosas cotidianas. Unas levas gotas de lluvia, a lo lejos, danzaban sobre los colores del arco Iris.
¿Por qué, de repente llegarón a mi sueño imágenes que me atormentaron?
Unos grandes nubarrones negros cegaron el sol. La gente correo encima casas despavoridos, Mientras la muerte andaba por las calles encima anchas con la guadaña a cuestas. Mi corazón latía como si no hubiera un mañana, quise despertar, abrir los ojos, pero seguía viendo a la muerte sonriente buscando a su presa.
Oscureció mi pueblo, oscureció el mundo entero. Quise despertar pero no llegué a tiempo. Perdí de vista la luz de luna, el naranjo en flor, el agua de la fuente. Me olvidé del cabello de mi amada y hasta del sonido del viento cimbrar entre los verdes pinos.
Despierte de un sobresalto y fui a mirar por la ventaba y me di cuenta que todo era cierto, que mi pueblo era un desierto. Volví a dormirme a duras penas y busqué en mi mente un hermoso sueño con el que sobrevivir a mi tiempo.
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LOPARIÓ
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