Se van las horas y tras ellas los días y tras
cada día desaparecen las semanas y los meses de la condenada pandemia que nos
tiene hastiados en casa encerrados. La vida se ha vuelto triste y la
muerte se desliza por las calles, callada y asesina, atenta a cualquier descuido
que tengamos para atraparnos en las oscuras sombras del infierno. Es escurridiza, fea, negra, traidora y va cegando nuestras dichas y alegrías en nuestros enclaustrados
días.
El cuerpo se debilita, la mente se despista, pero no olvidemos que debemos seguir siendo fuertes para que no nos coja desprevenidos. Te levantaras cada mañana altivo e invicto con ganas de seguir luchando hasta que venzamos al maldito bicho. ¿Para qué sino? si no fuera porque todavía nos esperan los más gloriosos años de nuestras vidas. Nos aguardan lustros de luz, de esperanza, de canciones y risas.
¡Vete ya, maldito
virus! Arrástrate por dunas de estiércol y cloacas putrefactas, desaparece por
el mismo camino que viniste, que tú siempre serás nuestro peor enemigo. Y después,
cuando entre todos hayamos ganado otra batalla a la muerte, será entonces y
no antes, cuando salgamos a la calle a gozar plenamente de nuestras joviales y
alegres vidas.
Colección: CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE Q1UE LO PARIÓ
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