sin violencia,
sin armas,
solo con flores
y palabras.
Sin más penas
que mis lágrimas,
quedé solo
como los hojas
en otoño
que van cayendo
con el viento
y van tejiendo
un manto
de hojas muertas.
A fuerzas de siglos
curé mis heridas
hechas con palabras
de hiel.
Invité a la noche
y a las sombras
a bailar
sobre esta alfombra.
Nos abrazamos
y juramos
que no volveríamos
a ir a la guerra
sin cuchillos ni armas.
Y es que a veces...
¡sobran las palabras!
Colección Poemas de ángeles de colores
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