Al final solo ha hecho falta
un instante, un grano de arena,
el sonido de una gota de lluvia
golpear sobre la tierra.
Yo confieso,
que fui esclavo
y condenado a amar
hasta la eternidad.
No hay libertad
para los enamorados.
Tienen los ojos vendados,
la voluntad poseída,
y viven atormentados
de noche y de día.
No tienen escapatoria;
Y siempre vuelven
sobre sus pasos
para ponerse las cadenas
que les ata a la cintura
de la persona a quienes aman.
No somos capaces
de darnos cuenta
que en el firmamento…
brillan más estrellas
Colección Poemas de ángeles de colores
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