viernes, 13 de enero de 2012

LA LLUVIA XI

Hoy he organizado los pinceles, las paletas,
los caballetes, las pinturas, los óleos, las telas.
He arreglado los cajones de mi habitación
y también he puesto orden a mi vida.
¡Nunca se sabe lo que puede suceder mañana!

Ahora que a mi vida le queda un hilo de aliento,
cambiaré de pensamientos, y la próxima vez
que me vuelva a enamorar, jugaré con las cartas marcadas,
para evitar sorpresas y paranoias de loco enamorado.

Hace mucho tiempo de toda aquella parafernalia
y todavía luchan en mi interior los intereses de quienes
quieren hacer para ELLA un nido en mi vencido corazón
y construir un majestuoso castillo de cristal.

Quedó mucho amor grabado en cada trazo de mis pinceles,
en cada retrato y en mil noches ebrias de alcohol.
Y queda poco espacio para colocar semejante palacio,
en este lugar privilegiado, donde ELLA,
pretende hacerse la ama, la dueña, la reina.

A todo esto, juro no perder la calma, ya que esta guerra
de amores enfrentados, hace tiempo que la perdí.
Hoy solo puedo defender con dignidad y astucia
la parte del territorio que ELLA me ganó en su día,
asumiendo el papel de víctima en esta fábula,
y reconocer sin traumas la referencia vivida,
tal vez non grata, tal vez sufrida y dolorosa,
¡pero nunca repudiada por haberla compartido!

De todas maneras, no puedo impedir
que ELLA construya su castillo, en este trozo
de corazón malherido que me ganó en buena lid.
Tampoco quisiera que este palacio, para ELLA,
se convirtiese en una cárcel, porque una vez allí,
sería la manera de tener encarcelada la luz de su mirada.

Hoy he guardado los pinceles, las paletas,
los caballetes, las pinturas, los óleos, los telas.
He arreglado los cajones de mi habitación
y también he puesto orden a mi vida.
¡Nunca se sabe lo que puede suceder mañana!

He puesto orden en mi vida con tal de pensar
y decidir libremente y volver a estar de acuerdo
con mis propios principios y pensamientos,
sin que ELLA interfiera en mi subconsciente.

El sol sale cada día para todo el mundo
y yo quiero llegar a viejo recordando
lo muchísimo que la quise, lo mucho que la quiero,
y seguramente, lo mucho que la echaré de menos...
Pero tampoco quisiera morir de amor…
convirtiéndome en un bufón de feria.
 

  Colección Almas nostálgicas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola mi bello amigo del mar!
Triste tus palabras, creo que estoy sensible hoy o creo que estoy sensible hace un tiempo...o quizás somos sensibles los "locos" que escribimos.
Alguién me enseñó que debía ver más allá de las imágenes y las fotografías para escribir o inspirarme en ellas y lo estoy logrando, es por eso que siempre me fijo mucho en las imágenes.
La que utilizaste hoy es una delicia, "dos que acaban de amarse y se reconocen la piel, la satisfacción de estar juntos".
Quiero agradecerte la compañia que me das y me has brindado desde que llegué a este medio, y además felicitarte por la poesía bella que has dejado difrutar.
Te dejo una ola enorme que acaricie tu orilla y que le fin de semana sea hermoso.
Pd: perdón si escribí mucho.

JJCardona dijo...

…hola Cristina, veo que siempre estas a la guay. Los que escribimos poemas románticos, tenemos un plus de sensibilidad y vivimos en nuestro propio mundo y muchas veces sentimos el dolor de nuestras letras y parece ser que nunca estamos en paz con nosotros mismos, nos pasa lo mismo que a mis personajes y a veces creemos vivir sus vidas.
¿Te acuerdas que un día te conté que mis amigos no quieren ni oír hablar de poesía? Pues a veces pienso que son más felices e ignorantes que nosotros, que inventamos y sacamos sentimientos de donde antes no los había.
Ya he notado que tus últimas poemas son de un interior frustrante. Tal vez tendrías de pasar página y contar cosas que te hicieran sentir mejor contigo misma. No se, ser mas optimista y darle la vuelta a estos sentimientos y momento que estas viviendo.
Ya ves, ahora me toca disculparme por el sermón que te he soltado.
Ah! Y se feliz, no dejes de sonreír, ¡seguro que te favorece mucho más!
Y gracias por leerme y hacerme participe de tus emociones.

Una ola envuelta en papel de regalo. Juanjo

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