sobre mi corcel desenfrenado!
Cabalgaba sudado,
seducido por la meta.
La yegua galopaba,
y al estar cansada,
descansaba, para
remeterse en la carrera.
El bosque silenciaba el relinchar
de mi corcel cansado,
y la yegua en plena carrera,
cayó agotada sobre la hierba.
Caballo y yegua,
como animales,
no se daban tregua,
para saber cuál de ellos,
ganaba la carrera.
Relinchó mi caballo,
le contestó la yegua:
-Si hay que morir, que
sea de gloria y no de pena.
¡De pena!,
¡de pena murió mi caballo!
Ella, contenta cruza la meta...
Colección Hundido en mi colchón
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