Aproveché la ocasión
para pasear a tu lado,
por la orilla de la playa,
con los pies descalzos.
Recuerdo que te conté un cuento...
El suelo de menuda arena,
el perfume de niña buena.
La música de algún escondido bar
llegaba hasta aquel novelesco rincón.
He de confesar que tuve la osadía
de cogerte de la mano,
de acariciar tu cara bonita,
de jugar con tus caprichosos labios...
Y en aquel clímax, me aproveché
de tu inocente picardía.
¿Quizá no hubiera debido...?
Pero, ¡qué caramba!,
¡si el sueño era mío!
En el desconcierto del insomnio,
llegué a pensar que todo era cierto,
que tú me querías... y yo era tu siervo.
Colección Hundido en mi colchón
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