Tu voz me sonó emocionada.
Mi corazón se desbordó.
No hubiera nada en el mundo
que más deseara:
ni oro, ni joya, ni tesoro
podría hacerme tan dichoso.
¡Mi amiga, mi ama, mi amada,
mi dueña volvía a mi cama!
Sentí detenerse mi pulso
y perder la cabeza en aquel mismo instante.
Contesté: “ven mi niña”,
con un escueto hilo de voz:
-“que no hay luna dorada,
ni sol naciente,
ni estrella radiante
que superara este instante”.
Volaron mis pensamientos,
mi garganta enmudeció,
mi boca se secó,
el reloj se atrasó,
haciendo un suplicio del tiempo.
- “¡Ven a mi cama,
que mi corazón se apaga
y el trayecto que hay hasta mi casa
la ansiedad me mata!”
Colección Hablemos de ti
2 comentarios:
LLegué a tu blog buscando una imágen por la red, debo decirte que fue un gusto pasear por tus publicaciones.
Abrazos.
Y yo te prometo, sentarme pacientemente y disfrutar del tuyo.
Saludos. Juanjo
Publicar un comentario