NUNCA DIGAS, NUNCA JAMÁS.
Igual que un ciego puede encontrar el camino para salir del atolladero, pensé en vano que mi amada volvería a mis brazos para hacer las paces y volveriamos a los tiempos en que todo fueron carantoñas y dulces besos. Ingenuo.
No podía ver más allá de mi estupidez y nada tenía sentido, porque por más veces que abriera la ventana a la esperanza, no daba con la tecla adecuada y llegué a pensar en tirarme al rio o ahogarme en la playas más cercana. O maldecir mi suerte en asusto de amorios, por no ser capaz de mantener una relación estable más allá de mis buenas intenciones, y es que a la más mínima me dejaste tirado en cualquier esquina, como a un perro sarnoso.
A final de cuentas, decidí encerrarme en mi mismo y pensar como un adulto y dejar de lamentar mi mala suerte y mi poco seso en temas de amores. Y así volví sobre mis pasos de vuelta a mi casa con la lección aprendida:
"Si llegaste a ser feliz con alguien que no te merecía, imagina si un día dieras con alguien que llegara a amarte, como tú merecés ser correspondido".
Juanjo Cardona.
Colección: HISTORIAS DE MENTIRA.
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