lunes, 1 de enero de 2024

Dr. HEKILL Y Mr. HYDE.

 Dr. HEKILL Y Mr. HYDE.

Era ella, bella y hermosa. Era lo más bonito que jamás había visto. Y no miento. Sus ojos eran claros y serenos y me miraba como nadie nunca me había mirado antes en toda la vida mía. Le dije que no me mirara con tanta dulzura, que me sonrojaba y tropezaría con la mínima piedra que encontrara en el camino. Bajó los ojos, igual que baja el sol a resguardarse detrás las montañas, y no fueron por ello menos hermosos los breves instantes en que nos quedamos a escuras.

Que soy yo un loco enamorado de cada uno de sus encantos, que no solo son los ojos por los que me muero. Mas bien, ellos son los faros por los que la encuentro en la distancia y confieso que es ella, lo que más quiero del mundo entero. Sin dudarlo. 

Quisiera, ser breve al escribir este poema, pero me temo que escriba lo que escriba no sería honesto al describir tanto contoneo andando a su libre albedrío. Que supera tanto en talento como en talante a mis pobres letras. Y no sería digno por mi parte describir tanto arte con cuatro frases malsonantes. 

Regalo de dioses, son con los que me obsequia con sus jugosos labios, de los que no merezco ni un solo roce. A cada beso pierdo el conocimiento, porque no creo que los míos estén a la altura de su textura. ¡Que no, que no! Que no miento ¡Os lo juro! no me atrevería a escribir mentira alguna sobre ella. Que os digo, que me da miedo bajar la vista hasta sus pechos. Que son dos sirenas susurrándome al oído atrevidas historias de mentira, para que me eche a sus brazos como un demente poseido.

Y sí, con estas cuatro notas que os he contado sobre ella, espero haber optenido suficiente merito para que me tenga en sus plegarias a la hora de ir a la cama.

Os aviso. A partir de ahora no respondo de mi pluma y os advierto, queridos, que ella, la pluma digo, no tiene tantos escrúpulos como yo, y escribe las cosas por su nombre tal como las siente, que corremos el riesgo que todo lo escrito anteriormente se vaya al garete. No me hago responsable de su vocabulario ni de sus eróticas frases. Que Dios me libre de convertirme en su complice y que nos coja confesados. 

 

Juanjo Cardona.

Colección: HISTORIAS DE MENTIRAS  

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