EL VIEJO Y El HADA GUAPA
Amaneció gris, con una lluvia fina y fría. Nadie esperaba nada sobrenatural aquel día, de un invierno triste. Y aunque el viejo nunca perdió la esperanza de que sucediera algo fantástico en su vida, aquella día apareció por arte de magia una hada buena.
Digo yo, que era una hada, porque además de las alas y el tamaño, le dio un tierno abrazo, un besazo en la mejilla y lo miró a los ojos tiernamente. Y le hablo como si lo conociera de toda la vida.
-¿Qué hace alguien como tú, tan tierno y hermoso, solo por la calle? ¿O es que no tienes una compañía que te coja de la mano para alegrarte la mañana? -le interrogó el hada. Como si las cosas fueran tan sencillas de responder.
- A estas edades, andamos escasos de amistades y menos de amores que te acompañé y te den cariño. Que no está el cuerpo para muchos trotes. Que los años pesan y el reuma y la artrosis te desgarbean el cuerpo con el paso del tiempo.
Contestó resignado sin ninguna empatía por el hada, que ya le empezaba a poner de los nervios, aquella sabionda y engreída de alas transparentes.
- Pero no será por esto. Porque tú luces bello y yo estaría encantada de ser tu nueva compañera y llevarte conmigo donde tú quieras. Te llevaría volando a conocer mundo y haríamos cosas con las que nunca habrías soñado.
- ¿Y qué haría un viejo con una hada al rededor de un mundo desconocido al ser yo un simple mortal de costumbres fijas? Si tú no sabes, y yo ni tan siquiera me acuerdo de cómo se ama. Mal iríamos si tuviéramos de ir con un mapa en la mano para ir buscando las partes nobles y deberíamos comprar un libro de autoestima, para no caer en la depresión más absoluta. Que no creo que fuera fácil ajuntar un gato con un pajarito, sin que hubiera desgracia alguna. Y no quisiera ser yo un "pájaro de mal agüero".
- Pero esto no importa, porque si tú me enseñas, yo aprendo rápido, que las hadas somos muy espabiladas ¡Te lo juro!. Y en un plis-plas te monto un circo. Que tengo yo encantos ocultos que hacen mucha gracia.
En tu expediente, consta que fuiste una gran persona y seguro, que vuelven tus recuerdos a la memoria. Y si decides que yo permanezca a tu lado, te prometo, por "la Reina de las Hadas Buenas", que seremos felices y comeremos chuches en abundancia.
- Querida hada, eres muy dulce y buena y seguro que tus intenciones te salen del alma y tu bondad te hace ver y decir cosas imposibles. En el mundo real hace falta amar y ser amado y esto no se pacta, esto se siente. Ni si compra, ni se vende. El amor verdadero se descubre solo con una mirada y notas, como sus labios se van derritiéndo despacio.
No te molestes conmigo, querida hada, que no eres mi tipo. Y mira que lo siento, porque contigo tendría una vida perfecta, pero no sería real. ¿Lo entiendes?
- No te preocupes por mí, porque las hadas no somos humanas y no tenemos los mismos sentimientos. No me afectan tus desaires. Pero que conste que tú eres de mi agrado y me quedaría a tú lado, porque pareces un viejo lleno de vida y el galán perfecto para cualquier hada. Aunque no sea tu tipo. Pero te acepto como compañero y esto debería de alegrarte.
- Que ser viejo, no es ser un muerto viviente. Solo que la vida tiene etapas, y con los años las vas desojando y debes de vivir con el recuerdo de cuando fuiste joven y bello y esto, esto, duele en el alma. Porque el corazón sigue palpitando, pero el amor pasó de largo. Pero ahí quedó toda vida pendiente de un hilo y al más mínimo... ¡zazca! Te lanzas al vacío.
- Vamos, anímate querido, te llevaré a un bosque encantado para que conozcas a mi gente. Hadas y duendes, hombres y mujeres, que viven juntos y felices y tienen un corazón joven y alegre. En un mundo donde todos somos iguales; los guapos y los feos, los bajos y los altos. No existe la edad, ni las enfermedades y el amor está siempre presente, aunque de una forma extracta. ¿Me entiendes, estimado viejo?
- Pues entonces, según tú lo cuentas, nada será verdad ni nada mentida. Tú me estás pidiendo que viva sumergido en un fantástico cuento, entre cuatro hojas de papel escritas y unos cuantos dibujos. Tú me estás pidiendo que deje este maldito mundo egoísta y vacío, que cuando te haces viejo te abandonan a tu suerte y nadie te echa en falta y te vuelves en un ser decrépito, despreciado por la sociedad. ¿Y me pides que deje este mundo imperfecto para ir a vivir a un mundo desconocido?
- Yo te prometo, que en mi mundo tu corazón volvería a latir de nuevo, igual que cuando fuiste joven y bello. En mi mundo las hadas somos hermosas y plácidas en el amor. Solo con tocarte con mi varita mágica olvidarías tu mundo anterior y vivirás eternamente. ¿Y ahora que más quieres? Te he hecho un trato, que no suelo hacerlo a nadie. Pero tú eres muy duro de convencer y te he hecho el mejor pacto que se me permite hacer a un ser humano. Considérate un privilegiado.
- Querida hada, y yo que lo agradezco, de todo corazón. Que si me he puesto borde no ha sido por tu culpa, que eres un encanto de hada, y te comería a besos. Y te digo que con un poco de paciencia y tiempo, podríamos haber hecho una maravillosa pareja. Aunque no será el caso por ahora. Que lo sepas. Lo digo, por si te hubieras hecho ilusiones conmigo. Ha- ha-ha
- Ha, ha, ha. Serías un ser ideal para vivir en mi mundo. Eres divertido, tienes encanto y unos ojazos que me tienen pillada hasta las alas. Te digo, que nunca nadie antes había rechazado mi propuesta, y esto me tiene descentrada. Los humanos, en el fondo, sois muy simples y en los tratos, siempre buscáis ganar la partida. Pero en tu caso, no has dado el brazo a torcer ni una sola vez. Eres duro y cabezón, ni en las negociaciones ni en los temas del amor. Y esto me extraña, ¿qué habrá detrás de tu tozudez?.
- Pues nada extraño en este mundo irreal, donde nada es verdad, ni nada es mentida. Que cada uno va a su bola y entre guerras y enfermedades la vida se convierte en un auténtico caos. ¡Un puñetero desastre!
Pero yo soy de este sencillo mundo, donde me criaron mis padres y yo he visto crecer a mis hijos y ellos han educado a mis nietos. Y ahora vienes tú, de un lugar fantástico y me dices que hay un mundo mejor y quieres llevarme contigo, a una edad impensable, Dios sabe dónde. ¿A un bosque encantado? Miedo me da lo desconocido. Soy más bien de ir a pie y viajo con trenes de cercanías.
Te voy a hacer un trato querida hada mía: Aguantaré hasta que pueda, aún que sea a duras penas, ya que mi meta sería ver nacer a mi primer biznieto.
Y entonces, solo entonces, podamos llegar a un buen acuerdo. Y te prometo formar parte de tu mundo y además, te juro, estar contigo y hacerte la reina del bosque encantado y viajar a lo ancho y largo de tu mundo encantado.
- Este trato es de mi agrado. Llevo poco tiempo contigo, pero ya me estoy encaprichada de tus encantos. Así que prometo esperarte con ansias el día que decidas que venga a buscarte para llevarte al país de Bosque encantado.
Y así fueron pasando los años, hasta qué una de sus nietas tuvo su primer hijo. Y fue entonces, cuando su viejo corazón llamó a su hada buena.
- Hada mía, ha llegado el momento de que vengas a buscarme. Mi vida en la tierra ha terminado y puedo decirte que he sido un hombre feliz. Ahora date prisa, que me muero, tenemos un pacto y aquí me tienes esperándo con los brazos abiertos. Estimada hada.
En el lecho de muerte, la hermosa hada, fue capaz de aguardarle hasta el último aliento del viejo. Con unas alas de seda blanca en la mano a punto de salir volando, hasta su mundo de fantasia..
Y allí, en otra dimensión, fueron felices para siempre, el hada guapa y el viejo tozudo.
¡Ah! Y en este bosque eran todos felices y cantaban y bailaban, pero jamás, habían comido perdices, porque allí, estas cosas de comer animalitos, daban muy mal rollo y eran todos veganos.
Y colorín, colorado...
Autor: Juanjo Cardona.
Colección: YO, POETA. TE ACEPTO COMO MUSA.
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