Quiero aportar mi granito de arena a la cantidad de tonterías que se han dicho sobre lo que dijo el Ministro de Sanidad Salvador Illa, referente a lo de llevar a casa gente "allegada" por Navidad.
Nada trascendente, nada que se tenga de dar más explicaciones y en caso de dudas lo buscas por Internet, se lo preguntas a Alexa o en el peor de los casos, si lo tuvieras a mano, usas el diccionario de toda la vida.
Pero no, en este país somos retorcidos por naturaleza. Y está más claro que el agua: "Allegado" es cualquier persona a la que le tengas empatía. O sea, que te caiga bien y lo quisieras llevar a casa como un osito de peluche. O algo así.
Por ejemplo, si la vecina o vecino de abajo está de buen ver, le dices a tu madre que viene a comer un allegado. O si tú tienes un amante que lleves más de tres días copulando con él o ella, pues ya lo sabes, aprovechas para presentarlo en casa como el que no quiere la cosa. ¿Te imaginas?
- "Papa, mama. Te presento a mi allegado-a". - y te quedas tan agustito. De esta forma se entera toda la familia el día de Navidad que eres gay, lesbiana o cualquier otra cosa.
Me ha venido a la memoria que antiguamente estuvo de moda llevar a un pobre a tu mesa por Navidad. ¡Te lo juro! Y no tenía porque ser allegado, si no lo conocías, mucho mejor. Me acuerdo que mi padre sentó en la mesa, en varias ocasiones, a un señor que allí no pintaba nada, pero al menos comía caliente y por la tarde el hombre se marchaba más contento que unas pascuas.
España es el país de la picaresca por antonomasia y a cualquier tontería le sacamos punta. Pero no se crea que por esta razón, señora Vicepresidenta, tenga usted bajo su falda un país de tontos. Que tal vez sea esta la opinión que tenga de nosotros por ser tan incultos por no saber el significado de esta palabreja. Pero le aseguro que usted no se sentaría en mi mesa por Navidad, porque no es allegada de ninguno de mi familia.
Colección. CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS Y LA MADRE QUE LO PARIÓ.
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