A mí que me perdonen, pero tenemos unos políticos que son un auténtico desastre,
aunque también puedo pensar que son sencillamente un reflejo de la actual
sociedad española. No hace falta ser una eminencia para darse cuenta. Es
evidente.
Parece ser que lo suyo sea hacer debates y salir en las teles vestidos como pinceles, discutiendo y buscando su lucimiento personal y del partido que les paga. No se reinventan y se repiten más que el ajo. Esto se ha convertido en la Torre de Babel. Cada partido tiene una ideología y aquí no baja nadie del burro y se escudan en una democracia mal interpretada para barrer para casa. Da la sensación que esto se está desmoronando y va a terminar como el Rosario de La Aurora. Mal, muy mal. Esto tiene mala pinta.
Se están aprovechando del caos, sí del caos de la pandemia para aprobar nuevas leyes y siguen creando confusión confinando pueblos y ciudades y no invierten ni un euro en profesionales. Lo suyo es la palabra no la medicina. Lo suyo es la mentira, esto cada vez se asemeja más a una merienda de negros y la gente va de un lado a otro como pollo sin cabeza. Los ciudadanos, no se enteran o no se quieren enterar, porque aquí cada uno hace la guerra por su cuenta. Supongo que en el extranjero no se deben reír de nosotros, porque también tienen graves problemas. Pero de momento, nosotros, los españoles, somos líderes en eso del contagio y de los muertos.
Los ciudadanos, inocentes o no, seguimos valorando a nuestros políticos y confesamos abiertamente nuestra intención de voto. Me extraña, porque con lo que esté cayendo, con lo que rajamos de ellos, con las noticias de corrupción y escándalos que salen a diario, nos siga preocupando que estos empleados del estado, sigan cobrando por su dudoso trabajo. Mientras el resto de los ciudadanos siguen enfermando y sobreviviendo con el ERTE o en el paro.
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