Hablemos menos de mí y dejemos que los egos se diluyan en el espacio y acordémonos de volver hablar con aquellos amigos o amigas que hace
tiempo que tenemos abandonados. Hablaremos de como es tu novia o novio, de como es tu
mujer o marido, de como son tus seres queridos: familia y amigos, amigas. Hablaremos de ellas y de ellos, de todas aquellas cosas bellas y simples que a ellas o ellos les gustaría que hablásemos. De su pelo color azabache, de su sonrisa desenfadada o de los ojitos tan bonitos de tu hija que quitan el sentido. Y como no, de este vestido rojo de tu vecinita la del tercero izquierdo, que tanto le favorece y con el que se contonea con tanta gracia cuando sale por el portal los viernes por la tarde. Y no te olvides de decirle a tu madre o a tu padre lo mucho que
la quieres y lo mucho que le echas de menos. Abrázalos cuando le digas que todavía le sigues queriendo después de tantos años. Aquí hablaremos de ellos y de toda la gente a la que queremos.
Hoy vamos a hablar de ti, y de ti también. Será otro poema en donde hallarás algún motivo para encender de vez en cuando esa lucecita que llevas en tu corazón. Sabes que consigo sorprenderte con mis letras y logro transportarte a otra dimensión desconocida. A veces crees que soy capaz de entrar en tus pensamientos, miras con temor a diestro y siniestro por haberte desnudado por dentro,
pero no, no es cierto, no lo es, tan solo compartimos los sentimientos, los miedos y hasta los sueños. Gracias por dejarme hablar de mí, pero hoy hablaremos de ti, y de ti también.
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